Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la
fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según
era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de
regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin
que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba
entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo
buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo,
volvieron a Jerusalén en busca de él. Al cabo de tres días lo en-
contraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchán-
dolos y haciéndoles preguntas Todos los que le oían se asombra-
ban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando lo vieron sus
padres, se quedaron admirados. “ —Hijo, ¿por qué te has porta-
do así con nosotros? —le dijo su madre—. ¡Mira que tu padre y
yo te hemos estado buscando angustiados! —¿Por qué me bus-
caban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no entendieron lo que les decía”.
educación comienza en la casa, se desarrolla en el vecindario,
florece en la comunidad de fe y se pone a prueba en cada cir-
cunstancia diaria. Es una formación que fluye sin la rígida pro-
gramación de la escuela y sin los cánones escritos de la religión
institucionalizada.
Y en este proceso, el hogar debe figurar como actor central. De
lo contrario la teología seguirá siendo asunto de intelectuales de
la fe que elucubran pensamientos profundos en una isla del sa-
ber, atractiva, pero distante.
La propuesta es, por lo tanto, hacer teología desde la cotidiani-
dad. Esto significa pensar la fe en medio de las relaciones inter-
personales de cada momento, entre los afanes de la existencia,
mientras transcurre la jornada diaria, en el momento cuando
surgen las interrogantes y las dudas, en fin, cuando se está fuera
del templo, pero no fuera de la vida. Y en esta dinámica emocio-
Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. nante de reflexionar mientras se actúa –y sobre lo que se actúa-,
Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón. Jesús el hogar debería ocupar un puesto de honor. Si la teología es
siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba inevitable y si todo educa, entonces, la urgente tarea de formar
del favor de Dios y de toda la gente.
una nueva generación de cristianos, maduros en su fe, profun-
dos en sus convicciones y fieles a su vocación de servicio en el
En este caso, la formación teológica del niño de Nazaret ―la que mundo, es también responsabilidad de los hogares. Es cierto, la
se ganó la admiración de los encumbrados doctores de Jerusa-
teología comienza en casa.
lén― mana natural, espontánea y familiarmente. Entre el algara-
bío de la caravana de peregrinos, la lealtad a las tradiciones reli-
giosas, los debates de los maestros de la ley y los reclamos de
José y María, crece la fe del pequeño Jesús y madura su forma
de relacionar esa fe con su vida diaria. Jesús afirma su individua-
lidad como persona humana que tiene criterios y toma decisio-
nes («¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?»),
que tiene inquietudes y lanza cuestionamientos («sentado entre
los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas»), que
asombra con su sagrada curiosidad a los expertos de la ley y lo-
gra confundir con sus actitudes a papá y mamá («ellos no enten-
[1] Citado por Juan Stam, Sobre la teología de las reformadores. Unas
dieron lo que les decía»). ¡Supremo ejemplo de formación teoló-
reflexiones, en: Haciendo teología en América Latina, Volumen 1, Misión
gica desde temprana edad!
Latinoamericana-Visión Mundial-Fraternidad Teológica Latinoamericana-
La propuesta es, por lo tanto, hacer teología desde la
cotidianidad. Esto significa pensar la fe en medio de las
relaciones interpersonales de cada momento, entre los
afanes de la existencia, mientras transcurre la
jornada diaria,
Universidad Bíblica Latinoamericana, Guatemala, 2004, p. 245.
[2] René Padilla, en: Nuevas alternativas de educación teológica. Nueva
Creación, Buenos Aires, 1986, p. 6.
[3] Según Paul Tillich, la teología es «… la ciencia en la cual la Iglesia expo-
ne el contenido de su mensaje críticamente, esto es, midiéndolo por medio
de las Sagradas Escrituras», citado por Alberto Roldán en: ¿Para qué sirve
la teología?, FIET, Buenos Aires, 1999, p. 25-26
[4] Cf. Leonardo Boff y Clodovis Boff, Cómo hacer teología de la liberación,
Ediciones Paulinas, Bogotá, 1986, p. 20-23.
[5] J. Míguez B., en: A. Roldán, op. Cit., p. 12.
[6]Todas las citas han sido tomadas de la Nueva Versión Internacional,
Sociedad Bíblica Internacional, Miami,
Decir formación teológica, entonces, es apelar a la formación
integral para la vida comprendida y confrontada desde la pers-
pectiva particular de la fe, en nuestro caso de la fe cristiana. Esa
[7] Edesio Sánchez C., Deuteronomio, Comentario Bíblico Iberoamericano,
(Editores: C. René Padilla, Moisés Silva y Luciano Jaramillo), Ediciones
Kairós, Buenos Aires, 2002, p. 194.
[8] Leonardo Boff, Prólogo, en: Hugo Assmann, Placer y ternura en la edu-
cación, Narcea S.A. de Ediciones, Madrid, 2002.