El testimonio del Antiguo Testamento reseña la manera como
se producía una parte de la teología entre el pueblo de Israel:
«Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama
al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con
todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que
hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Hábla-
les de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el ca-
mino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus
manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca;
escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus
ciudades» (Deuteronomio 6: 6-9) [6]
manera «no intencionada» acerca de la trascendencia, de
Jesús, de los ángeles y de los demonios; se es adoctrinado
para temer al purgatorio, para rezar a los santos y para recha-
zar al diablo. Católicos y protestantes repiten sus respectivos
catecismos, celebran sus fiestas religiosas y reproducen una fe
que en la práctica social sigue sirviendo para poco. De la mano
de los adagios populares se reciben las primeras intuiciones
teológicas que nos hicieron relacionar más mal que bien la fe
con la vida. Se aprende, por ejemplo, que «Dios le da pan al
que no tiene dientes», que «Dios no castiga ni con palo ni con
rejo», que los logros llegan siempre que estemos «a Dios
orando y con el mazo dando». Y muchos más con alto ―a ve-
Una instrucción que implicaba mucho más que simples repeti-
ces ofensivo― contenido teológico: «A quien Dios no le dio
ciones. Se exigía más que la memoria porque implicaba la asi-
hijos, el diablo le dio sobrinos», «Dios aprieta, pero no aho-
milación de la Ley de Dios y la consideración atenta de sus
repercusiones en la vida práctica. Son versículos breves que
sirven como punto de partida de la enseñanza sobre la justicia
social, la espiritualidad y la ética, entre otros aspectos sustan-
ciales para la vida del pueblo. Edesio Sánchez señala que en
este pasaje «nos ofrece entretejidos de manera magistral, el
ga», «Cuando Dios no quiere, los santos no pueden», «El
qué y el cómo, el contenido y el proceso de la enseñanza. En
hombre pone y Dios dispone», «A golpes se hacen los san-
el pasaje encontramos el sujeto: los padres; el receptor: los
tos», «Cuando el diablo envejece se vuelve monje», o este
hijos; el contenido: “estas palabras”; el lugar: el hogar; el
otro «La cruz en los pechos y el diablo en los hechos».
tiempo: toda la actividad humana habitual; la forma: la comu-
nicación oral, escrita y práctica» [7]. Es un texto que ofrece
El refranero popular es también catecismo. Entre frases de las
perfecto balance entre el contenido y el lugar del quehacer
abuelas y dichos de los vecinos se intuyen imágenes de Dios
teológico; es decir, entre la centralidad de la ley de Dios como que definen las bases de la religiosidad popular latinoamerica-
referente privilegiado del pensar teológico y el hogar y la coti- na y que, en muchos casos, mantienen plena vigencia durante
dianidad como los espacios preferenciales para hacerlo.
la vida adulta. Por estos caminos informales de la educación
llegan las primeras percepciones teológicas. En el caso parti-
El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento hizo teología
cular de los hogares protestantes, aunque el refranero religio-
mientras caminaba, hablaba, discutía, dormía y se levantaba.
so no goza de tanta autoridad (por aquello de que se sospe-
La vida era el escenario de las acciones de Dios y por lo tanto,
cha de todo aquello que no tenga respaldo literal en la Biblia),
mientras ella trascurría, se pensaba la fe y se descubrían las
su lugar lo ocupan las frases sueltas de los maestros y maes-
relaciones que ella tenía con toda la existencia. Era, además,
tras de la Escuela Bíblica Dominical, los versículos áureos que
un proceso que involucraba todo el ser: corazón, alma y fuer-
se repiten en el hogar y en la iglesia, los dibujos que acompa-
zas. Era una teología integral e integradora de la vida.
ñan las lecturas bíblicas infantiles, las amenazas bienintencio-
Estos antiguos principios formativos y estas viejas maneras de nadas de los padres y las madres a la hora de imponer la disci-
construir el conocimiento fueron muchos siglos después
plina o de forzar las prácticas espirituales. Dichos y hechos,
enunciados en su formato erudito por el pedagogo y filósofo consentimientos y sentimientos que moldean las maneras de
estadounidense John Dewey (1859-1952), fundador de la lla- imaginar a Dios, de leer las Escrituras, de celebrar la fe y de
mada educación progresista, quien afirmaba que la educación estructurar la vida.
recibida en las instituciones escolares representaba una míni-
Desde los primeros años se hace teología y, en la mayoría de
ma parte de la educación global. Para él, existen múltiples
casos, fuera de la iglesia y lejos de los centros formales de
formas de educación indeliberada puesto que toda la vida
educación religiosa. De allí el valor que tienen el hogar, el ve-
educa. «Se aprende», dice Leonardo Boff, «no sólo en la es-
cindario y la familia extendida, entre otros espacios formati-
cuela. Se aprende durante toda la vida y mediante todas las
vos primarios, para la conceptualización y la vivencia de la fe.
formas de vivir» [8].
A esto seguramente se refería el apóstol Pablo cuando elogia-
Si hablamos de la formación espiritual y de la educación teoló- ba la fe de Timoteo, la que había sido alimentada y cuidada
gica, todo lo dicho antes adquiere mayor sentido. En América desde temprana edad:«trayendo a la memoria la fe no fingida
Latina, por ejemplo, resulta fácil comprobar la importancia
que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en
decisiva que ha tenido el hogar como centro de formación
tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también» (2 Timo-
―y, en muchos casos, de deformación― teológica. En el am- teo 1:5). Mejor ejemplo aún el que se lee acerca de Jesús en
biente de la familia y mientras la vida trascurre se aprende de Lucas 2:41-50:
El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento hizo teología
mientras caminaba, hablaba, discutía, dormía y se levantaba.