En una entrevista reciente acaecida en mi mente con mi ser mismo, quizá como resultado atenuante de una soledad inesperada, surgió una vez más la pregunta acostumbrada: Andrés, ¿Sin más, dílo ya, no te demores, no te detengas, de qué puñetas se trata tu arte, no hay quien lo entienda, no hay quien lo aguante, que intentas decir, que quieres contar, que has de compartir, o de impartir, o de importar, suéltalo, cuéntalo ya. ¡Qué!?
Yo diría que en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...
Por favor. Cómo se compara, si se puede comparar, con las vertientes
estéticas del momento de Post Vanguardia y todo eso?
Yo diria que...
No se te ocurre nada? ¡Que lento!¿Para quién lo haces? ¿para un público inteligente o para
el que pasa por tu lugar por accidente, para los dos, para ninguno, o es para aquel tipo con plata y traje blanco que habita en una mansión recóndita de las fantasías de tu mente, de las fantasías de tu éxito finalmente alcanzado...
Entrevista
conmigo
mismo
Por: Andres San Millan
6