-Sentí que la respiración y la luz me abandonaban -dijo posteriormente, describiendo
sus sensaciones-. Las paredes de la celda se abrieron, el cielo cayó y vi el enorme pájaro
amarillo.
A lo largo de toda su vida, niño, pobre y maltratado, adolescente de vida libre y hombre
encarcelado, el pájaro amarillo, enorme y con cabeza de papagayo, había aparecido en los
sueños de Perry, como ángel vengador que agredía a sus enemigos o, como ahora, lo socorría
en momentos de peligro mortal.
-Me levantó, como si no pesara más que un ratón, y empezamos a subir y a subir. Yo
veía la plaza, allá abajo, llena de hombres que corrían, aullaban, el sheriff disparaba contra
nosotros, todos furiosos porque yo estaba en libertad, y volaba y estaba por encima de todos
ellos juntos.
La apertura del proceso estaba fijada para el 22 de marzo de 1960. En las semanas que
precedieron a esa fecha, los abogados defensores consultaron a menudo a los acusados. Se
discutió la conveniencia de pedir un cambio de jurisdicción, pero como el anciano señor
Fleming advirtió a su cliente:
-Cualquier lugar de Kansas será lo mismo. Los sentimientos son los mismos en todo el
estado. Probablemente las circunstancias son más favorables en Garden City. Es una
comunidad religiosa. Once mil habitantes, y veintidós iglesias. Y la mayor parte de ministros
del culto se oponen a la pena capital, diciendo que es inmoral, poco cristiana. Hasta el
reverendo Cowan, el ministro de los Clutter y gran amigo de la familia, ha venido atacando la
pena de muerte en sus prédicas en este caso particular. Recuerde que sólo podemos intentar
salvar sus vidas. Tenemos las mismas probabilidades aquí que en cualquier otra parte.
Poco después de que Hickock y Smith fueran oficialmente acusados, sus abogados
comparecieron ante el juez Tate para solicitar un examen psiquiátrico de los acusados.
Concretamente, se solicitó del tribunal que permitiera que el hospital de Larned, Kansas,
institución para enfermos mentales con las máximas garantías de seguridad, tomara en
custodia a los prisioneros con el propósito de determinar si uno de ellos o ambos eran «locos,
imbéciles o idiotas, incapaces de comprender su posición y colaborar en su propia defensa».
Larned está a ciento cincuenta kilómetros de Garden City. El abogado de Hickock,
Harrison Smith, informó al tribunal que el día anterior había ido al hospital y se había
entrevistado con varios miembros del personal.
-No contamos con psiquiatras calificados en nuestra población. De hecho, Larned es el
único lugar en un radio de trescientos kilómetros donde hay especialistas, médicos que
pueden emitir a conciencia diagnósticos psiquiátricos. Eso lleva tiempo. De cuatro a ocho
semanas. Pero los médicos con quienes hablé me dijeron que estaban dispuestos a empezar
inmediatamente. Y desde luego, siendo una institución estatal, no le costará un céntimo a
nadie.
El asesor especial del fiscal, Logan Creen, se oponía al proyecto. Convencido de que
«locura temporal» era la defensa que sus antagonistas pensaban esgrimir y sostener en el
proceso en puertas, temía que el resultado final de la propuesta sería, como había
pronosticado en una conversación privada, la comparecencia en el banco de los testigos de
una «cuadrilla de loqueros» llenos de comprensión para con los acusados («Esos individuos
siempre están vertiendo lágrimas por los asesinos; y nunca recuerdan a las víctimas»). Bajo,
combativo, nacido en Kentucky, Creen empezó por recordar al tribunal que la ley de Kansas,
en lo que concierne a incapacidad mental, se adhiere a la ley de M'Naghten, antigua ley
británica según la cual si el acusado conocía la naturaleza de su acto y sabía que obraba mal,
170