Otro sacerdote se encargaba de examinar que la sangre fuera "pura" para evitar el enojo de los dioses. Acordando a los mitos, si Cozobi estaba disatisfecho con la sangre del sacrificio, sus cosechas estarían malditas por diez años.
Una vez examinada, la sangre en la urna era lanzada mientras la gente decía oraciones ceremoniales.
Durante los días siguientes, grandes multitudes de personas se hincaban alrededor del área de cosecha a orar y rezar por buenas cosechas a los dioses.
El resultado esperada era una cosecha próspera que rindiera muchos frutos para satisfacer el hambre de la gente y fomentar un comercio estable entre los pueblos.
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