¿Qué te llevas
de otras artes? ¿En qué búsquedas están
tus proyectos actuales?
En Puyo, estuve en Teatro
Caminantes por cinco años. En el
teatro nunca dejas de aprender,
escuchas más porque el lienzo del
actor es el cuerpo, por eso limpias
los movimientos, cuidas los tonos
de la voz, la presencia en escena.
Nunca podía aprenderme bien los
textos pero en el clown era libre de
verdad porque me permitía jugar
con esos y otros fracasos. Estoy vinculando desde el arte la mirada a
mi pueblo en lo cotidiano porque mi
madre es obrera y yo mismo vengo del
campo y la ciudad. En “fotografiando a
mujeres” por ejemplo, quiero captar la
belleza de lo que somos desde cada
espacio vivencial, lo aceptemos o no.
Lograr fotografías de las de las señoras
que venden en el mercado para que en lo
cotidiano, nos veamos como realmente
somos: seres extraordinarios. En Facebook
cuentas la vida sobre informada,
inmediata, en fotografía todavía puedes
crear un efecto en las personas. Mi corto
“Púrpura” está casi listo, trata sobre la
violencia de género. Utilizo planos
sencillos sin demasiados movimientos, no
desarrollo lenguajes que puedan ser
confusos sino más bien que los acerquen a
la gente. Por ahora, en este corto la
cámara
acompaña
el
movimiento.
También es necesario mostrar el trabajo,
combinar los espacios, las galerías y las
experiencias. Exhibir tu arte es como estar
desnudo de pensamientos. ¿Por qué
guardar eso lindo que tienes para ofrecer
al mundo?
Al cine llegué por accidente pues
desde niño amaba la fotografía.
Aquí entra un contexto europeo
cuando mi primo llegaba de
Francia con esa maravillosa
cámara. Hasta ahora tengo muy
claras las imágenes de los rayos en
esas fotografías. En los 90s Puyo
era como el Macondo de Gabriel
García Márquez. En el cine están
todas las artes.