— Sabemos , señor William , que es usted un profesional muy respetado . Su opinión está muy valorada en el mercado . Prueba de ello es la subasta que está preparando . Todos los medios se hacen eco de ella y de eso precisamente queríamos hablar con usted . No todos los dealers tienen la oportunidad de conseguir una cartera de obras como la suya frente a la competencia que suponen casas como Sothebhy ’ s o Christie ’ s . Sin embargo , usted ha conseguido sobrepasarlas a todas al adjudicarse la responsabilidad de ultimar una operación tan importante como la que está a punto de concluir . Señor William , ¿ se ha preguntado el por qué ?
— No , y le aseguro , señor Montovello , que la negociación ha sido tan larga y difícil que no tengo ninguna intención de parar mientes en ello . Tanto mi equipo como yo mismo estamos muy satisfechos con el fin obtenido .
Mónica sonrió , pero la conversación estaba tomando un sesgo que no auguraba nada bueno . Solo la serenidad de William le transmitía seguridad .
— Entiendo — respondió Montovello —, pero son los pequeños detalles los que hacen que una gestión sea un fracaso o un éxito . ¿ Acaso no estoy en lo cierto ?
— Sin duda — respondió William —, y por ese motivo nos sentimos muy satisfechos . La mejor prueba la tenemos en que un hombre como usted , que a buen seguro no dispone de mucho tiempo , visite nuestra casa .
— Señor William , no me andaré por las ramas . Su trayectoria es muy buena , se ha ganado usted tanto el respeto como la envidia de sus colegas , y si estoy aquí es para hacerle una propuesta que no podrá rechazar . Estoy seguro de ello . — Usted dirá , Montovello . — Ahora que hemos trabado cierto conocimiento , deseo invitarle a mi casa el próximo domingo para desayunar y continuar esta agradable conversación . Naturalmente , la señorita también está
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