— William , el señor Montovello es un alto y discreto funcionario de los fondos financieros de la curia vaticana . Es propietario de inmobiliarias y presidente de varias fundaciones y jamás acude a eventos ni reuniones sociales , ni siquiera las que monta su organización . Sin duda debe tratarse de un dignatario muy importante , y no se desplazaría él mismo en persona a nuestra galería si el tema fuera banal .
» Dicen quienes le conocen que se trata de un negociador muy bueno y muy duro . Ándate con ojo , puede traernos problemas .
— Gracias de nuevo , Mónica . Mañana estarás a mi lado y juntos formaremos un sólido tándem . ¡ Ganaremos ! — Gracias por tu confianza . Hasta mañana . A las nueve en punto , ambos , Mónica y William estaban en su puesto de trabajo . Los demás colaboradores estaban enfrascados en sus tareas . En el ámbito de aquel recinto todo era movimiento , con orden , pero se percibía una actividad intensa .
Sobre la hora prevista , las diez de la mañana , un coche se detuvo frente a la puerta y dos hombres entraron en la galería y solicitaron hablar con el señor William . La recepcionista transmitió a Mónica la petición de la visita , y esta , tan solícita como sonriente , acudió a recibirles .
— Buenos días , señores . El señor William les está esperando . Pasen , por favor .
Mónica los condujo hasta la oficina de dirección . William acudió a saludarlos . — Pasen , por favor . ¿ El señor Montovello ? En ese momento uno de los hombres , el de aspecto mayor y estatura menor , se presentó . — Soy Enzo Montovello . El señor Adler es mi abogado y hombre de confianza . — Es un honor para mí recibirles en nuestra galería . La señorita Mónica , a quien ya conocen , es mi secretaria . ¿ En qué podemos servirles ?
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