William nunca cogía el teléfono , solo el privado , y ese número lo tenían muy pocos .
— William Gallery , dígame . Lo siento , pero el señor William , está reunido … Bien , así se lo diré , gracias por su interés . —¿ Quien era ? — El señor Montovello , del Vaticano ; solicita un encuentro contigo , mañana a las diez en punto . Parecía muy tranquilo , aunque tajante . —¿ Tenemos algo urgente mañana ? — No , no al menos de momento — respondió la secretaria . — Bien , lo recibiremos mañana sin falta . ¡ Tal vez nos traiga la bendición del Papa ! Ambos estallaron en una sonora carcajada . Sin embargo , una inquietante duda planeó en el aire : ¿ quién era el señor Montovello ?
Continuaron con la preparación de la subasta , el catálogo ya estaba resuelto y había llegado ese momento en que había que invitar a la prensa , a críticos y demás curiosos cualificados .
Se trataba de un trámite delicado : podían entrar personas sin interés alguno en la obra o en la venta ; la selección , pues , resultaba fundamental para el buen hacer de la subasta .
El día pasó con el trajín habitual , los empleados sabían cuál era su cometido . Al terminar la tarde , tras una agotadora jornada , tocaba despedirse hasta el día siguiente :. — Mónica , ¿ has podido averiguar algo sobre el señor Montovello ? — No , todavía no . Lo intentaré de nuevo esta noche desde casa .
Te llamo si te parece . ¿ De acuerdo ? — Bien . Ha sido una llamada curiosa , ¿ verdad ? — Sí , muy curiosa y hasta diría que misteriosa . Nos vemos mañana , William . — Hasta mañana , Mónica , y gracias por todo . Ya era tarde , tal vez las diez de la noche , cuando Mónica se comunicó con William .
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