3er Reencuentro Generacional FCC REVISTA DE REENCUENTRO | Page 30

cuando sea buena. El principal problema ahora es la educación, y si no lo corregimos iremos de tragedia en tragedia hasta el apocalipsis final… García Márquez dejó de estudiar “porque ya es- taba tragado por el periodismo”. Él está a favor del periodismo como un postgra- do, ejercerlo después de una carrera que sirva como base cultural. El periodismo, señala, “tiene qué saberlo todo, y si no sabe, lo pregunta” Pero el periodismo tiene riesgos, indica. "Un error puede ser peligroso, porque lo que se publica se queda. No hay remedio sino la ética y la responsabili- dad”. Considera que "en el periodismo aho- ra hay mucha improvisación y la deficiencia es que a algunos responsables les importa un carajo porque no tienen tiempo para orientar a los nuevos", aclara. Salir a la calle con una grabadora es como salir con una ametralladora; hay gente que no quiere el oficio, no hay mística, reclama. Hubo un caso en que una niña colombiana de 16 años engañó a la prensa y a los médicos, al afirmar que esperaba cuatrillizos. La noticia salió publicada pero al día siguiente se descubrió que era un timo, que la niña se había metido ropa y trapos para simular el embarazo, como un gancho para que su marido no la abandonara. “Eso muestra lo fácil que se puede engañar a los médicos y periodistas”, explica García Márquez, mien- tras sonríe. Y vuelve al taller. -Creo que el reportaje es un género literario, es el “estrella” del periodismo. Es la noticia completa. Nacido el 6 de marzo de 1927, Gabriel José Gar- cía Márquez fue criado por sus abuelos maternos. Mu- chos años después, en el presente, ha vuelto a reunirse con la familia, con sus hermanos y su madre, quien tiene 94 años de edad. En el taller de narración lo acompaña su sobrina Patricia, quien dice que se ríe de muchas cosas que cuenta García Márquez porque “todo eso ya me lo sé, es la historia de la familia”. Y García Márquez lo reafirma: -No hay nada de lo que he escrito que no se ba- se en hechos ciertos.. Incluso El Amor en los Tiempos del Cólera narra en el principio la historia de amor de sus padres, de có- mo se conocieron. Y después contiene parte de su pro- pia historia. -Tenemos tres historias: La pública, la privada y la secreta, y ésa es la más interesante… -Dice, con son- risa de pícaro. Las entrevistas no le gustan porque al final, no resulta lo que quiso decir el entrevistado. Y si es necesa- rio, pone su propia grabadora cuando lo entrevistan. -Quien se sabe grabado se porta distinto, tanto el entrevistado como el reportero. Tampoco le gusta la transcripción literal de todas las entrevistas, porque el entrevistador le deja el trabajo a la grabadora y se distrae mientras piensa en la si- guiente pregunta. Es obsesivo. Cuenta que una vez retrasó la pu- blicación de un libro y pasó tres semanas en busca de un adjetivo “que yo sabía que existía” pero que al encon- trarlo no era el que le servía. Y no toma notas. “Si algo es importante no se me olvida”. Le da vueltas a las ideas hasta que no puede más con ellas y las escribe. Le disgustan las terminaciones en “mente” por- que le parecen demasiado fáciles. Y para los gerundios tiene una regla: Si se ve feo, entonces hay que quitarlo. Al reportaje escrito lo derrotó una mala adapta- ción de los periodistas escritos, a la evolución del perio- dismo escrito; tratan de competir con la radio y la televi- sión, y eso no es posible. Refiere que el periodismo nunca va a prescindir de la noticia, y hay que seguirla y trabajarla hasta el fi- nal. Se puede tener como material para las ediciones dominicales. Para eso, además de talleres con reporteros, la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano prepara un seminario de directores de ediciones domini- cales y otro más para editores y directivos de los periódi- cos. En el encuentro al margen de la plática con Gar- cía Márquez (Gabo, como se le conoce también en Co- lombia, donde es un héroe nacional), los participantes llevamos publicaciones de nuestros periódicos, para compartir con los demás. Hubo por tanto diálogos de la situación en el continente americano, y de las experiencias vividas en el quehacer del reportero en los distintos países. García Márquez se define como un periodista observador de la realidad. Al hablar de algún tema espe- cífico se apasiona y se frota las manos al sentir el espíri- tu renovado de reportero investigador. Hay reportajes que quedan sin hacer, lamenta, por falta de tiempo. Esto porque el reportero debe tener un rendimiento, tiene un sueldo y debe hacer determina- do trabajo: “Es burocracia pura”. Si por él fuera, diría al reportero: “Quédese quie- to. Investigue. Averigüe el cuento hasta el final”. Porque para él eso es el reportaje, contar el cuento completo. García Márquez no usa calcetines, ni camiseta, ni corbata. Está en el Caribe, su medio natural, aunque pase más de 6 meses en la Ciudad de México y el resto lo reparta en el mundo. Da un consejo “de viejo”: No leer después lo pu- blicado. “Yo no me atrevo a leer mis libros otra vez, por- que saco el lápiz y empiezo a corregir”. Una de sus satisfacciones es que tras la publica- ción de Noticia de un Secuestro no recibió ninguna recti- ficación. Considera a sus críticos como “grandes correc- tores de pruebas”, que encuentran los errores de las pu- blicaciones. Si el lector encuentra en una novela un dato cier- to, le gusta más, pero si en un reportaje hay un dato que no era, ya no se le cree tanto, remarca. Hay probabilidades de caer en fallas y siem- pre hay alguien que se da cuenta, por eso no se puede llegar a las exageraciones, porque de cualquier manera la realidad “lo atropella a uno”. Se le nota que la fama le cansa y que le des-