3er Reencuentro Generacional FCC REVISTA DE REENCUENTRO | Page 29

Fue un jueves de Semana Santa, 17 de abril del 2014, cuando la noticia se supo en todo el mundo: Había muerto Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura. Los últimos años de su vida padeció por un cáncer linfático que le afectó varios órganos. En recuerdo del escritor Gabriel García Márquez, fallecido hace 5 años, y en el aniversario 52 de la publica- ción de su obra Cien años de soledad, se comparte la reseña publicada en el periódico am, del taller de Pe- riodismo Narrativo en el cual participó José David Ibarra, egresado de la generación 85-89 de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL. “Hay que contar el cuento completo” José David Ibarra Torres (autor del libro La tercera ciudad) En diciembre de 1997, Gabriel García Márquez se reunió con reporteros del continen- te americano en un taller de Periodismo Narrati- vo, en Barranquilla, Colombia. Gabriel García Márquez apareció de pronto resplandeciente, con los ojos brillantes, vestido de blanco y con un reloj del mismo color, en la puerta de un antiguo edificio de aduana en Barranquilla, Colombia. Después de un día y medio de viaje de Mé- xico a Barranquilla, Colombia (16 horas de autobús, incluso), era un sueño cumplido: Conocer al Premio Nobel de Literatura, al Maestro, a una de las perso- nas que mejor escriben el español en el mundo, al artista del lenguaje. La impresión dio un vuelco después, cuando empezó a hablar: A todos nos trató como si ya nos conociera, familiar, cordial, y si cabe el adjetivo, hasta paternal. Siempre sonríe. Bromea, recuerda, se estira como un gato en la silla y no está tranquilo dentro de su lugar. Es normal, como cualquiera, y no hace alar- de de sus logros, aunque es uno de los más impor- tantes escritores del siglo. Somos en la reunión, además de él, perso- nas del continente americano: De Brasil, Venezue- la, Argentina, Uruguay, Ecuador, de Colombia por supuesto, y de México. En el taller de narración periodística la pri- mera impresión de Gabriel García Márquez es que lo más angustiante de ser reportero es la “industria del cierre” en los periódicos, que deja sin tiempo para escribir. Hubo quien le dijo (no nosotros) que Noticia de un secuestro no era un reportaje, que no era periodístico al haber durado 3 años en su prepara- ción. -Lo que no saben es que esa angustia que dura 2 horas en los periódicos, para mí fue de 3 años- recuerda. -Cuando pasa el tiempo, 10 años después se tiene una gran nostalgia, pero mientras se tiene una gran angustia, sobre todo por las noches… El escritor hijo de un telegrafista de Aracata- ca reclama que la casa donde vivió de niño se ha convertido en un museo, en un botín burocrático que aprovecha hasta el alcalde para ganar votos. -En esa casa me gustaba pintar las paredes y mi abuelo no me regañaba, al contrario, me daba lápices de colores para pintar. Me preguntan que cómo empecé a escribir, y les contesto que así, dibujando. Era una casa donde había casi puras muje- res, y ahí mandaban las mujeres. El único acto de rebelión que teníamos mi abuelo y yo era ese, pin- tar las paredes. De entonces le queda un rasgo de aquellos tiempos, y uno de sus dichos es: A las muje- res hay que dejarlas que manden, pero no hay que hacerles caso. Aunque eso no le gusta mucho a su esposa Mercedes). Ahí, en esa casa, luego encontró un baúl lleno de libros, y no quería dejar de leer. Descubrió un libro que le maravilló, y aunque al principio no sabía lo que era se topó con la magia de Las Mil y una Noches. -De todo eso me acordé cuando fui a esa casa… Ahora su intención es reconvertirla en un taller para vocaciones precoces, donde los que quieran puedan pintar las paredes, o tocar algún instrumento, o desarrollar su talento, sin maestros, sólo con observadores. -Uno nace ya preparado con una aptitud, y si es acompañada por la vocación, es una fuerza que no la detiene nadie, y quizá en algunos casos le gane al amor… Creo que es el secreto de la lon- gevidad, hacer uno toda la vida lo que le gusta y lo que le da la gana, y eso se lo agradezco a mi abuelo. Y aho- ra me da la gana volver a esa casa y convertirla en taller. No habla mal de las escuelas de comunicación por un rastro de lealtad, pero sí dice que en algunas de ellas hay un mucho de comunicación y poco de periodis- mo. -Nosotros aprendimos a palos en la redacción. La idea es que la teoría viene después, la misma vida da la teoría. Yo no estudié sino hasta bachillerato. No estoy contra la educación escolarizada, es indispensable, pero