3er Reencuentro Generacional FCC REVISTA DE REENCUENTRO | Page 31
agrada el acoso de la gente, las firmas, las fotos que
todo mundo le pide. Su esposa en una comida comentó
que cuando van a la playa, Gabo finge dormir mientras
las personas pasan y se le quedan viendo; ella les hace
la señal de silencio, y la gente se retira y dice: “El Pre-
mio duerme”…
También es casi imposible que investigue algo
en lugares públicos “porque se arma un lío del carajo”,
advierte.
En los reportajes, se le debe poner fin al cuento
porque “la vida sigue”.
El presidente de Estados Unidos Bill Clinton
leyó en una noche Noticia de un Secuestro, ese libro
que le llevó tres años de angustia a él investigarlo y
escribirlo.
Gabriel García Márquez podría escribir sus me-
morias, y filmar la película de alguno de sus libros. Uno
que le gustaría ver en la pantalla es “Del amor y otros
demonios”, aunque ya le han propuesto otras películas
como “El otoño del patriarca”.
El purismo en el lenguaje no es muy de su
agrado, “es como un cinturón de castidad, hay que sol-
tarse”.
Aunque hay de casos a casos: su impresión es
que “los mexicanos no aprendieron bien el español pero
tampoco olvidaron por completo el náhuatl”.
En cuanto al idioma además se pronuncia por
eliminar la U después de la Q, porque “no se necesita”
para nada.
Y de regreso al taller, se recarga en el respaldo
de la silla, ve al techo y habla: Las noticias le suceden a
alguien, no hay que tomar la decisión sino tenerla siem-
pre, de hacer humana la noticia.
Tanta es la profundidad con que se debe inves-
tigar que hasta los detalles mínimos importan, precisa.
En El General en su Laberinto (donde escribió
acerca de Simón Bolívar) encontró una frase que expli-
ca en algo la forma de ser del personaje: Tenía estreñi-
miento crónico. “Eso es importante saberlo, por-
que hay diferencia entre las personas que defecan bien
y las que no, no es que sean unos más buenos que
otros, sino que son distintos”.
Los reportajes que mejor realizó, en su conside-
ración y sin falsa modestia, son los publicados en el
libro “Cuando era feliz e indocumentado”, porque “los
hice muy cómodo, era lo único que hacía”.
Para escribir, remarca, “lo más difícil no es co-
piar al autor que a uno le gusta, sino no parecerse a él”.
Además, “cuando se aprende a hacer de ver-
dad, no se sabe hacer de otra manera”.
Y recomienda para escribir, o para la vida
“llegar hasta donde te diga el corazón, ése es el límite,
y no hay que forzar al corazón…”.
Espera vivir “100 años, pero no de soledad sino
de buena compañía”, en referencia a su obra conside-
rada más importante, y que fue tomada en cuenta para
entregarle el Premio Nobel de Literatura en 1982.
Usa lentes bifocales. Tiene el cabello algo
crespo (medio chino, diríamos en México) y entrecano.
Su actitud es de tranquilidad. Se le ve contento. “Y es que
uno a cierta edad comienza a reconciliarse con todo mun-
do”, dice, resplandeciente, con los mismos ojos brillantes…