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ABRIL AMABLE MÉXICO
Hablando de impartición de justicia, cuando comentamos casos hipotéticos, siempre pensamos en que “el que la hace la debe pagar”, pero cuando son casos muy específicos, buscamos atenuantes y empezamos a ser menos severos.
Quisiera narrar un caso de un joven que es, por poco, mayor de edad, y que al tener problemas se endeuda, y cuando ya le exigen el pago con amenazas se le ocurre robar a su tía que es vecina de su misma calle.
La tía se da cuenta de que han entrado en su casa, y se han llevado varias cosas. Pone una denuncia y cuando se hacen las investigaciones, como este chavo no es un profesional, va dejando evidencias que lo delatan por todos lados. Y finalmente lo detienen. Aquí es donde comienza el verdadero cuestionamiento: ¿Qué tan severa y justa es nuestra ley?
Lo detienen, lo golpean en donde no se ve, lo esposan, lo insultan, lo amenazan, y finalmente lo llevan a un arraigo domiciliario, con la modalidad de que no es en su domicilio, sino en el de una mujer que “presta” su casa para tal efecto, y en un cuarto de 2 metros cuadrados mete a 10 o hasta 15 personas.
Cuando son demasiados los mete a un cuarto anexo, pero si en ese momento es ingresada una mujer, no puede estar sola con los hombres, entonces a todos los hombres que se encuentren en ese momento allí los pasan a un solo cuarto.
No hay baño dentro, se encuentra afuera y sólo a ciertas horas pueden ir, y en las noches se les pasa una botella para que orinen allí. No cuentan con ningún mueble y para meter una cobija, una almohada, o comida los familiares deben estar pagando. Sólo se les permite verlos 5 minutos.
Cuando se detiene a alguien que no es de esa ciudad, sufre mucho más, ya que no tiene derecho a llamar a ningún familiar, no hay quien les lleve comida, comparte comida y cobijas con sus compañeros de celda.
Y así, con poca información, con malos tratos, soltando dinero a diestra y siniestra, los papás de este joven ven como su hijo es transferido al Reclusorio. Después de muchos días de información no muy clara, de volver a pagar “ciertos arreglos”, la tía le otorga el perdón y sale libre.
Seguro que para las dos partes implicadas en esta historia, la impartición de justicia tiene un diferente significado de lo que es justo, de lo que debería ser y no es, del verdadero conocimiento del sistema penitenciario en nuestro país, del vivir en carne propia lo que son las violaciones a nuestros derechos humanos.
La vida diario nos da muchas lecciones, lo importante es ver como las vamos a aplicar y qué nos queda del aprendizaje. Saber que existe una realidad en los sistemas penitenciarios que no se conoce hasta que se vive, que la ley es modificable con dinero, que solo conocemos una pequeña parte de la realidad, y nuestras elecciones, van formando nuestro destino.