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MAGGIE CONTRERAS MÉXICO
Como en la posada que hacían Joaquinita y don Nicho, don Nicho era por respeto, el señor se llamaba Dionisio.
Cuando el pueblo era más pequeño se organizaban las posadas junto con el señor Cura. Se iniciaba saliendo de la iglesia llevando en procesión a los peregrinos con cantos y rezos a casa de algún vecino, ahí se quedaban, para el día siguiente, continuar pidiendo posada, hasta completar las nueve, la última se hacía en la iglesia arrullando al Niño Dios.
Al tener más habitantes, empezó a ser más difícil organizarse en comunidad, pero entonces las posadas se organizaban por calles y entre los vecinos se repartían y acordaban hacer una en sus respectivas casas.
¡¡¡Como la de Joaquinita y don Nicho!!!
Qué emoción, ver como empezaban a adornar las ollas de barro, a preparar el pegamento, (nosotros le llamamos engrudo), las cartulinas para hacer los picos, cortar el papel de china y “oritos” así les decíamos al papel brillante y esa olla “pelona” se transformaba en una hermosa estrella.
Le ponían mucha fruta, creo que podían hacerlo, de hecho además de la tienda de la esquina, también tenían vacas y las ordeñaban para vender la leche. Bueno , eso es una acotación al margen.
Preparaban el “ponche” , ese riquísimo té, hecho de canela con flor de jamaica o tamarindo, para darle el sabor acidito, acompañado de manzana picada, con tejocotes, guayaba, rajitas de caña y ciruela pasa, al estar en cocimiento dejan un aroma especial, de Navidad, si es que la Navidad tuviera olor, ese sería.
Para servir con esa deliciosa bebida, o un atole ambas muy calientitas, por el frío, preparaban unos sabrositos tamales, de salsa verde con pollo, o mole y dulce para los niños, eran de color rosita adornados con pasitas.
Y para regalar unas simpáticas canastitas de colores, “los aguinaldos”, llenas de colación. Esos ricos dulcecitos que si no es en esta temporada, no saben igual, y las bolsas de papel estraza, llenas de fruta por si algún niño no alcanzó en la piñata.