2 Generaciones Número 7 | Page 27

JUAN COLIN MÉXICO

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“Sabia virtud de conocer el tiempo”, rezan los versos de Renato Leduc y que después fueron interpretados magistralmente por Marco Antonio Muñiz y José José. Si descomponemos la frase, tenemos que hablar en primer lugar de sabiduría, es decir, de saber como utilizar el tiempo. ¿Parece fácil, no? Pero si así fuera, tendríamos todo ordenado y no faltaríamos a ninguna cita, ni tampoco llegaríamos tarde al trabajo, a la escuela, a una junta, o a una comida de negocios. En segundo término habla de virtud, la cual es muy escasa en nuestros días porque actuamos casi mecánicamente en la búsqueda de lo material, y en tercer lugar habla de conocer el tiempo (aunque esto último sea muy subjetivo) ya que no es lo mismo para un político, que para un artista, o un obrero, un médico, un poeta o un profesor.

¿Entonces por donde empezar? Yo opino que ¡por darnos cuenta de que lo tenemos! ¡Hay tanta gente que vive sin percatarse siquiera de que cada día de vida es una maravillosa oportunidad para utilizarlo en lo que queramos! Generalmente nos damos cuenta como lo desperdiciamos, cuando por ejemplo nos enfermamos o tenemos un accidente que nos imposibilita transitoriamente a efectuar nuestras actividades diarias. “El tiempo es oro”, reza el refrán, pero yo creo que es más: “el tiempo es vida”. Digo yo, ¿y entonces qué es más valioso: el oro o la vida? Ni siquiera se puede considerar la comparación. ¡La vida por supuesto!

Ahora bien, si ya tenemos conciencia de nuestro valiosísimo tiempo, ¿quien puede decirnos como emplearlo? Nadie, nosotros solos debemos atesorarlo como lo que es: una oportunidad única que se debe utilizar lo mejor posible, porque no vuelve, sólo se va, no regresa nunca. Por ello lo más triste es desperdiciarlo.

¿Sabemos cuanto tiempo empleamos en cada cosa? Trabajando, estudiando, leyendo, escuchando música, viendo televisión, haciendo deporte, comiendo, durmiendo, hablando por teléfono, en la computadora, divirtiéndonos, transportándonos de un lugar a otro, comprando, platicando, haciendo quehaceres domésticos, bañándonos, en la fila del banco y un largo etcétera.

SABIA VIRTUD DE CONOCER EL TIEMPO