2 Generaciones Número 6 | Page 9

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La vida detrás de la carpa

La entrada al escenario de los artistas es también la puerta de entrada a una especie de asentamiento temporal en la parte trasera del circo, donde los artistas son una familia regida por su matriarca Rosa Isabel Rivera, una señora ya entrada en edad que fuma sin descanso.

“Somos doce los que andamos en el circo. Todos familia”, dice Rosa Isabel, una señora que huele a jabón de baño combinado con cigarro. “Soy descendiente de una familia cirquera y por mi hijo decidí formar mi propio circo. Un día él decidió enrolarse en uno pero al ver que solo andaba gente viciosa en esa chinaca (circos que no tienen carpa), lo saqué e hice uno con mis ahorritos, recogidos gracias a un tramo que tenía en el Oriental”, cuenta doña Rosa.

Champas, catres, galones sucios, tres niños, barriles convertidos en cocineros, ropa colgada en alambres, un Play Station, dos televisores a todo volumen… todo eso compone el hogar de estas doce personas circenses; un caos que ellos desmantelan y arman cada mes cuando se cambian de barrio.

“La vida de circo es dura”, afirma Rosa Isabel mientras se fuma el segundo cigarro de la plática y muestra una foto de su juventud, disfrazada de bailarina cuando danzaba para circos famosos de su época.

“Nadie ayuda a los que se dedican a esto. Hay un sindicato que recoge los impuestos que dejan los circos grandes, como el de Renato que está ahorita, para poder mejorar la comunidad de 70 circos de barrios que hay en Managua; pero la verdad no sirve para nada porque se roban el dinero. Lo único bueno es que la Alcaldía no nos cobra impuestos”, se lamenta Rosa Isabel que clava sus ojos vivaces en una porra de frijoles que hierven.

-Señoras y señores tomen asientos que la función ya va a comenzar - aparece la voz nuevamente.

En las graderías hay unas 50 personas y en la carpa calurosa se cuela un olor dulcete, como a sopa de pollo. A la pareja tatuada, ahora se le suma un par de hombres sin camisa, igualmente tatuados que se ríen de nada. Su aspecto es intimidante. En los parlantes Eddy Herrera pide “pégame tu vicio mami…”, pero de pronto suena una canción electrónica y las luces se apagan.

Oscuridad. Risas.

- ¡Reciban familia con ustedes a nuestro primer artista de la noche!

WILFREDO MIRANDA NICARAGUA

Rosa Isabel, la matriarca del Circo Rossy.