2 Generaciones Número 6 | Page 25

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DIANA M. TOSCANO MÉXICO

¿Qué hay de nuevo?

Me pregunta todos los días en el trabajo uno de mis colegas. Nada, nada… es usualmente

la respuesta…

Lo que usualmente sucede es que todo lo que nos sucede en la vida de manera

cotidiana tiene una manifestación externa y una interna, se experimenta un viaje externo

y uno interno simultáneamente. La manifestación externa es lo que todos vemos, que

frecuentemente son las mismas cosas una y otra vez, y hablar de lo mismo una y otra vez. En

mi caso me pone triste pensarlo, es doloroso estar inmersa en la resistencia que me hace

sufrir. Es como quedar atrapado en un loop o un ciclo, o como dijeran, se queda trabada

la computadora (el ordenador). Es como un calambre energético, un calambre de la

conciencia y todos sabemos lo dolorosos que los calambres pueden llegar a ser. ¿Alguien

necesita un antidepresivo ó un antiansiolítico? Entonces saben de lo que estoy hablando.

¿Y mientras tanto que está sucediendo dentro?

Cuando se decodifican las situaciones puedo ver cómo a pesar de ser diferentes los

personajes y los escenarios, se desenvuelve la misma historia, la misma emoción cuando

las mismas cosas pasan, cuando no hemos podido solucionar el drama de nuestra

psique, y se vuelve a actuar ese mismo drama una y otra y otra vez. La reacción viene

inconscientemente como respuesta a la emoción, a la expectativa, a la cosmogonía

interna, y se da, ya sea una respuesta física de nuestra parte, o una respuesta física

de parte de nuestro organismo como se da en las enfermedades. Reactivos semi-

conscientemente, reactivos inconscientemente, irritables, espantados, desorientados.

Incapaces de encontrar el verdadero origen primigenio del drama psicológico dejamos

de fluir en la vida. Nos encontramos con patrones de personas y situaciones que

nos “confirman” nuestras sospechas y que nos dan la razón, ya sea acerca del prójimo o de

nosotros mismos y se convierten en mayor combustible para seguir corriendo en la misma

rueda de hámster, dale que dale…

A veces me pregunto si el auto que se descompone se auto-culpa por haberse

descompuesto, o si su dueño le condena por haber fallado, y si el conductor analiza una y

otra vez que fue lo que hizo mal… O si simplemente toma las acciones para componer lo

que esta echado a perder y lo equilibra y aprende de la parte que le toca y sigue adelante.

Sin remordimiento, sin resentimiento, sin culpa, sin temor, sin duda, sin dualidad…

En cualquier caso, me queda claro que la solución siempre es en un nivel superior que

todo lo contiene (o interno en este caso) a donde el problema fue creado. En generalidad

el nivel superior de todos está relacionado con el nivel de conciencia-energía o el soplo de

vida que manifiesta la vida. Y es sobre este mismo sobre el que se trabaja todos los días para ir creando nuestra realidad de manera voluntaria. Es sobre este que se reemplazan las improntas energéticas negativas que nos dejan los recuerdos corrigiendo la manera en que se da cada día el flujo de nuestra energía; retomando que donde está nuestro corazón ahí están nuestras acciones, y diría yo, nuestras creaciones. Cuando realizamos este cambio en nuestra percepción del todo y nosotros en relación con ello (nuestra concepción del todo y nuestra identificación como ente y como parte del todo y la valoración y resignificación de los eventos) solo entonces hay algo verdaderamente nuevo en nuestras vidas, de manera interna y últimamente externa.

No es lo mismo ver en un muro un obstáculo que una protección. Todo está en el significado que tienen las cosas en nuestra mente.

A veces me pregunto si el auto que se descompone se auto-culpa por haberse

descompuesto, o si su dueño le condena por haber fallado, y si el conductor analiza una y

otra vez que fue lo que hizo mal… O si simplemente toma las acciones para componer lo que está echado a perder y lo equilibra y aprende de la parte que le toca y sigue adelante.

Sin remordimiento, sin resentimiento, sin culpa, sin temor, sin duda, sin dualidad…

En cualquier caso, me queda claro que la solución siempre es en un nivel superior que

todo lo contiene (o interno en este caso) a donde el problema fue creado. En generalidad

el nivel superior de todos está relacionado con el nivel de conciencia-energía o el soplo de

vida que manifiesta la vida. Y es sobre este mismo sobre el que se trabaja todos los días para ir creando nuestra realidad de manera voluntaria. Es sobre este que se reemplazan las improntas energéticas negativas que nos dejan los recuerdos corrigiendo la manera en que se da cada día el flujo de nuestra energía; retomando que donde está nuestro corazón ahí están nuestras acciones, y diría yo, nuestras creaciones. Cuando realizamos este cambio en nuestra percepción del todo y nosotros en relación con ello (nuestra concepción del todo y nuestra identificación como ente y como parte del todo y la valoración y resignificación de los eventos) solo entonces hay algo verdaderamente nuevo en nuestras vidas, de manera interna y últimamente externa.

No es lo mismo ver en un muro un obstáculo que una protección. Todo está en el significado que tienen las cosas en nuestra mente.

Hay en nosotros diversas facetas que se trabajan simultáneamente en este trabajo interno: Conciencia, pensamiento, emoción/sensación, acción y como resultado proyección o presencia (algunos integran en esta parte destino) y éstos se desenvuelven de manera cíclica. Si se logra modificar la mecanicidad de la faceta que predomina en nosotros mediante las herramientas propias de trabajo (o tecnologías espirituales, bioenergéticas o cuánticas)1, se modifica la estructura y logra modificar la trayectoria y los resultados obtenidos. Todo está en poder ver y escuchar lo que nos dice la cotidianeidad de nosotros mismos y conocernos en amplitud y profundidad y conocer nuestro equilibrio perfecto (también crux) según nuestra función o naturaleza de nuestra esencia. Al realizar este proceso de conocimiento diariamente entonces reconoceremos los frutos y podremos determinar que semillas sembrar para el futuro.

Es crítico para nuestro día a día, ver el fruto en la semilla y la semilla en el fruto.

¿Qué frutos saboreas hoy? ¿Puedes reconocer las semillas que plantaste?

Pero más importante aún…

¿Qué frutos deseas paladear mañana? ¿Son esas las semillas que estas sembrando en tu conciencia?