2 Generaciones Número 4 | Page 10

10

Ante la cara de sorpresa de las gallinas el gallo les explicó:

-Es que..., con todos mis respetos, a mi las gallinas no me van. Me gustan los gallos ¿comprendéis?

Y se puso a cantar: “Somewhere over the rainbow way up...”, de Judy Garland, saltando y revoloteando por el gallinero con tanta gracia y glamour, que todas la gallinas se pusieron a bailar y a reír. Pero claro, el problema era que si no había apareamiento habría degüello y eso ellas no podían consentirlo porque le habían cogido mucho cariño a este gallo. Decidieron pues, utilizar la misma estratagema para que pudiera escapar.

Al cabo de unos días, y después de cambiar la valla por una mucho más resistente, a prueba de zorras, los granjeros trajeron un nuevo gallo. Les había costado un buen puñado de dinero, porque querían asegurarse de no volver a tener problemas. Y el gallo lo valía, sí señor. Cuando las gallinas lo vieron quedaron encantadas. Era todo un adonis. Guapo, educado, amable, con una sonrisa tan grande como su cresta y unas plumas negras y brillantes como una noche estrellada.

El gallinero se llenó de susurrantes cocorocós e incluso alguna sintió un flechazo instantáneo. Empezó a correr la voz de que a ese pedazo de gallo no se le leyera el manifiesto, lo que provocó que las más concienciadas corrieran a controlar a las que ya se movían alrededor del gallo de forma insinuante, recordándoles lo que habían acordado por el bien de todas.

Por fin, la más atrevida lo leyó y le pidió su aceptación.

-Querida compañera- le contestó el gallo, estaré encantado de complaceros en la forma que has expuesto, y en todo aquello que sirva para que seamos la familia más feliz del Universo.

Las gallinas nunca supieron si fue por miedo al degüello, o porque creía firmemente en que las cosas en los gallineros tenían que cambiar para bien de la propia raza, pero lo cierto es que cumplió con todos los puntos desde el primer día, haciendo que todos los habitantes del corral vivieran felices y comieran perdices. (Bueno, lo de las perdices no es más que una poco afortunada metáfora para terminar el cuento)

(Según aseguran algunos estudiosos, la ONU proclamó el día 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, en homenaje a las gallinas de aquel gallinero)

(Según aseguran algunos estudiosos, la ONU proclamó el día 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, en homenaje a las gallinas de aquel gallinero).

Merçé Sànchiz