Equilibrio
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Alguna vez escuché a un psicólogo que recomendaba dividir el tiempo que cada persona dedicaba a las diferentes áreas de su vida en porcentajes similares de manera que al faltar una de estas partes la vida no se cayera en pedazos .
En mi vida me enfrenté a muchos desequilibrios. Cuando tuve a mi primera hija también estudiaba mi carrera y trabajaba y no podía verla mucho tiempo, aunque tuviera oportunidad de llevarla conmigo en ocasiones. Por suerte contaba con el apoyo de mi madre, pero si recuerdo muchas noches salir tarde de la oficina y saber que no la iba a ver despierta y sentir un nudo en la garganta por que la extrañaba mucho y sabía que me estaba perdiendo momentos únicos.
Terminé mi carrera y mi maestría mientras trabajaba en una casa de bolsa y por las tardes estudiaba. En ese tiempo mi mamá murió y el hecho de que mi hermana y yo pasáramos por el proceso del cáncer solas me hizo pensar que si yo moría mi hija se quedaría sola y quise tener más hijos. Tuve otra niña, Sofía, pero entonces conocí el infierno de ser madre soltera. Trabajar todo el día, enfrentarme a los procesos burocráticos de las guarderías del Seguro Social en México, de pasar a entregar sellos, firmas, vigencias, y pedir permisos y más permisos para ausentarme en el trabajo. Ver que mi hija estaba casi 11 horas diarias en la guardería y yo vivía un estrés increíble. Soportar el machismo de mi jefe que molestaba, me acosaba por mi situación, cosa que me hacía preguntarme en miles de ocasiones si era válido que yo trabajara tanto y que no viera a mis hijas durante la semana,
y tampoco los fines de semana cuando, por ser fin de mes tenía que entregar ciertos reportes, buscar quien se quedara con ellas y sentir esa tristeza, esa culpa de todavía perderme más cosas. En esa época me casé y parece que socialmente, como por arte de magia desaparece el estigma de la madre soltera y comienza la aceptación de la nueva familia. Se recibe un trato diferente hasta por las mismas mujeres. Comenzamos a dividirnos las veces que podíamos pasar por Sofía, a salir juntos con Rebeca, me di el tiempo para escoger una escuela que me parecía que era mejor para ella. Yo seguía corriendo y corriendo. Decidimos tener otro hijo, pero mi horario seguía alargándose, las responsabilidades y las incongruencias en mi trabajo eran enormes.No se si en todos los trabajos sean las cosas parecidas, pero yo veía mas apoyo a los compañeros que entrenaban en el equipo del banco para que salieran temprano que
para los compañeros que tenían a su cargo el cuidado de sus hijos, como si esta fuera una tarea menor o “cosa de mujeres” .Pero si lo había para compañeros que salían a beber con los jefes, para aquellos que entre semana se podían quedar hasta la hora que el jefe decidiera, sacrificando familia y salud en pos del trabajo. ¿Hay suficiente dinero que pague la salud? Este ritmo de trabajo lo tomaban en su mayoría hombres, pocas mujeres se quedaban tan tarde. Esas éramos las que “no estábamos tan comprometidas con nuestra profesión”. ¿Lo estaba? O tenían razón en que era de esas que solo lo hacían mientras se casaban? Mi esposo y yo lo platicamos y decidimos que yo me quedara en casa y nos las arregláramos con su sueldo. Debo decir que esta es una decisión muy difícil, que la he pensado y padecido, que me ha traído muy buenos y muy malos momentos, que el dinero muchas veces si es una cuestión complicada, pero que cada minuto que he