2 Generaciones Número 3 | Page 26

Sofía García

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puedo llamarlo de otra manera, me preguntó: y ahora ¿que vas a hacer? Miré a los ojos de Cuauhtémoc, mi primo y ni contesté. No era mi casa, no contaba con recursos. Mi lugar era el mismo que en casa de mi padre, así que me quedé callada. Sin perturbarse y terminando sus alimentos, como siguiendo su monólogo dijo ¡ Vas a estudiar y yo te voy a pagar los estudios!, ¿cómo? no lo sé, ¡pero te quedas y estudias!

Sé que la emoción, los sentimientos de alegría y agradecimiento que sentí, pueden comprenderse solos. Nuevamente supe que no estaba sola y comencé a comprender que todo llega en el justo momento, solo había que estar ahí, presente, con fe y amor para que sucediera.

Concluí mis estudios y fui contratada en una empresa en donde, aún rodeada de la habitual competencia masculina, logré distinguirme recuperando poco a poco mi autoestima. Miraba al mundo con nuevos ojos, quizá con los mismos con los que la abuelita Lupe tallaba la ropa, o con los que Mago tendía camas o Cuauhtémoc obraba milagros para pagar mi carrera.

Miraba, por fin, miraba la vida como en realidad podía ser. Con el mismo amor con que rogaba en la parroquia en aquellos tiempos.

Actualmente cuento con una familia hermosa, mi esposo y mis tres hijos además de dos nietos y es mi gratitud y mi fe en algo más grande lo que me ha llevado a compartir este fragmento de mi vida. Gracias mil a todos los que surgen en el instante preciso para dar vida a quien se siente perdido, al que otorga la mano para levantarse, a quien da la fuerza para no rendirse, la palabra de aliento y consuelo, el esfuerzo compartido, la sonrisa amable, la vida misma. Gracias a quien no se rinde por lograr su sueños, Gracias a todas las abuelitas Lupe, y las tías Mago regadas por el mundo. A los ángeles protectores que dan todo por nada ý gracias sobre todo a Ti, madre espiritual, Virgen del Carmen que por voluntad de Dios estás siempre, aún en la peor tormenta, junto a mí.

Juan Colín

Queridos amigos y amigas, hoy quiero compartir con ustedes un acontecimiento que modificó mi forma de ver la vida y quiero darlo a conocer mediante el siguiente testimonio.

El día 15 de enero de este año de 2012 me fui a dormir como todos los días y al día siguiente cuando me quise levantar sentí un mareo que no me dejaba incorporar. Después de grandes esfuerzos, por fin pude ponerme de pie e ir al baño, sin embargo, no tenía fuerzas y el mareo se hizo más intenso.

A partir de aquí fueron sucediendo una serie de hechos increíbles que yo considero fueron fundamentales en las horas y días que siguieron. Para empezar, ese día era martes y se encontraba en casa Estelita, la señora que ayudaba a mi esposa con el quehacer de la casa,. Entonces ella me auxilió, ayudándome a poner de pie y posteriormente a acostarme. Ella estaba paralizada, pues me veía mal y no acertaba a hacer mayor cosa. Sucesivamente entró una llamada telefónica y era de mi hija Claudia, quien preguntó por mí y como estaba. La señora le dijo que me veía muy mal y entonces mi hija (quien no vivía muy lejos) vino directamente a casa para verme. Tal vez no habían pasado ni cinco minutos cuando sin que nadie le avisara llegó mi hijo Miguel Ángel, de quien debo decirles tiene como profesión la de médico y quien dándose cuenta como me encontraba, se fue por el auto para llevarme al hospital.

Miraba, por fin, miraba la vida como en realidad podía ser. Con el mismo amor con que rogaba en la parroquia en aquellos tiempos.

Actualmente cuento con una familia hermosa, mi esposo y mis tres hijos además de dos nietos y es mi gratitud y mi fe en algo más grande lo que me ha llevado a compartir este fragmento de mi vida. Gracias mil a todos los que surgen en el instante preciso para dar vida a quien se siente perdido, al que otorga la mano para levantarse, a quien da la fuerza para no rendirse, la palabra de aliento y consuelo, el esfuerzo compartido, la sonrisa amable, la vida misma. Gracias a quien no se rinde por lograr su sueños, Gracias a todas las abuelitas Lupe, y las tías Mago regadas por el mundo. A los ángeles protectores que dan todo por nada ý gracias sobre todo a Ti, madre espiritual, Virgen del Carmen que por voluntad de Dios estás siempre, aún en la peor tormenta, junto a mí.