3 Señales
23
Pasó solo un mes y a pesar de estar con vida me sentía desorientada, sin saber que hacer y para donde ir. Estaba sumida en una depresión muy fuerte. Entonces me entere que existía el Instituto Gnóstico de Antropología, algo dentro de mi me decía que en ese lugar iba a encontrar las respuestas que buscaba. No tenía la dirección solo señas de donde se encontraba, así que decidí buscarlo.
Cuando me dirigía en busca del Instituto, hubo una tormenta inusual, literalmente el cielo se estaba cayendo, los autos se salían de la carretera y estuve a punto de regresarme, por un momento el parabrisas estaba totalmente lleno de agua, no podía ver absolutamente nada, pero había dentro de mi una fuerza mayor que yo misma, venía del corazón. Cuando llegue al lugar la tormenta ceso y el sol brillaba como si fuera medio día. Encontré gente extraordinaria, inmediatamente me recibieron y tome mi primera clase, mi instructor, Javier Hoyuela, quien siempre me ha trato como a su propia hija, me ayudo, me enseño y se convirtió en alguien muy especial en mi vida. Luego conocí a algunos compañeros, que hasta hoy siguen siendo mis amigos. En especial con Mauricio, nos costo un poco de trabajo entablar una relación primero de compañeros, luego de instructor y estudiante y después de amigos. Dos personas que comparten el dolor de la pérdida. Yo había perdido la estructura de mi vida. Había cumplido muchos objetivos externos, tenía una carrera exitosa, dinero, un auto, dos propiedades, ilusiones, un proyecto de vida. Él había perdido una familia, una casa, un trabajo, una vida de 18 años. Nuestras vidas eran un caos, pero había alguien que nos entendía, no volvimos los mejores amigos.
Mi escala de valores había cambiado por completo. Después de un año de buscar entender y estudiar llego la tercera señal.
Me preguntaba, porque estaba viva, qué tenía que hacer, fue un año intenso, de aprendizaje, de visiones que ahora ya entendía, ahora sabía que no estaba mal de la cabeza, poco a poco todo encontraba sentido. Trabaje en la meditación y un día la respuesta llegó. Mi maestra se presento y me revelo lo que tenía que hacer. Me mostró el camino que había que recorrer. 1º. No hijos. 2º. Aprende: Ver, Oír y Callar. 3º. Enseña. A eso te has quedado. Fue un golpe muy fuerte a mi ego, a mis expectativas, a lo que un día fueron mis sueños. Al principio lo rechace, lloré desee nuevamente la muerte. Hasta que lo comprendí. Hubo más señales tanto para mí como para Mauricio.
El 4 de febrero de 2001, me mude a vivir con mi mejor amigo sin noviazgo de por medio, pasamos de ser amigos a ser esposos. Decididos a cumplir.
La vida tiene un plan para cada uno de nosotros y aún cuando no lo hayamos encontrado esta ahí, dispuesto a revelarse a aquel que lo quiera descubrir. Cuando el ego aprieta, la espiritualidad se retira y espera con paciencia a que le demos la oportunidad de abrir el corazón y recibirla.
He tenido muchas más señales en el camino, pero una de las más importante dentro de todas las que vinieron después ha sido el conocer a un ángel llamado Laura Antero, mi hermana del alma, a quién le agradezco compartir su vida y su energía conmigo, pero eso…eso, es otra historia.
Deseo de todo corazón que tu vida no tenga que llegar a puntos tan extremos para que te preguntes ¿Por qué estas aquí? ¿A qué has venido? ¿Hacia dónde vas? Deseo que tu luz interior florezca, abra tu corazón e ilumine tu camino.
LA TERCERA SEÑAL