A través de los años la impetuosa ola de recuerdos me hace evocar aquellos momentos que me trajeron a lo que ahora soy. Sí esta mujer que reconozco frente al espejo, en la oscuridad y aún en los silencios.
No he de vacilar en aceptar que muchas veces recreé mi desarrollo en un contexto diverso, como un simple ejercicio de proyección en el cual, imaginariamente, los componentes de mi existencia fueron removidos como piezas de ajedrez, con la absurda finalidad de buscar otra personalidad y encontrar un resultado diferente, aquél que estereotípicamente la sociedad me exigía mostrar, ¿quién alguna vez no se ha sentido acorralado?.
Sin embargo, con el paso del tiempo he podido percibir asertivamente, que desarrollarse en la vida actual (llamada por algunas personas: “era moderna”), requiere un mayor esfuerzo, es por ello que las contribuciones que podemos obtener se pierden, se aniquilan, si no sabemos defender nuestro individualismo y reconocemos las señales que sutilmente nos dicen cuando algo no encaja en nuestra vida. Pero, ¿sabemos escucharlas?, ¿cuántas veces nos hemos percatado de ello?, nuestro organismo con su sabia e infalible naturaleza, puntualmente nos indica cuando es urgente modificar los hábitos, actitudes, costumbres, e insanas convivencias que nos están ocasionando un daño. Es difícil, desde luego, encontrar la fortaleza para alejarnos de esos vicios, se requiere en primera instancia enfrentarnos a nuestras debilidades y miedos, encontrarnos cara a cara con nuestras carencias, y a partir de ellas construir un puente indestructible de adentro al exterior.
Es por lo anterior que tomé la decisión de caminar por el sendero diseñado exclusivamente para mí, y no para las demás personas, identificando esas alertas que la propia consciencia manifiesta. Y en esta ocasión tengo la oportunidad de compartirles mi experiencia e invitarlos a que, si como yo, en algún momento se han sentido perdidos, puedan conseguir un tiempo a solas consigo mismos, lejos del ruido citadino, del estrés, los estereotipos, y dedicarse un tiempo para reencontrar su camino.
Tania Fragoso - Mi Sendero
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Imagen: Eduardo Bustos