2 Generaciones Número 3 | Page 11

muchas otras cosas que en ese momento no entendía y lo hacían sentir raro, diferente. Y él quería ser igual que sus compañeros.

Tercero.- Cómo a los 10 años se dio cuenta de que la vida es monótona. Me explico, despertar, desayunar, ir a la escuela, regresar a comer, hacer tarea, etc. Y al día siguiente y al otro, y al otro, lo mismo. Y cuando creciera sería lo mismo pero con el trabajo; cuando comentó esto con su mamá, quien era una persona sabia, le contestó que sí, pero que lo más importante era lo que él pusiera de su parte en la vida para que la rutina no fuera cansadora ni lo aburriera.

Cuarto.- Cuando empezó a recibir la instrucción religiosa, no entendía cómo un ser de amor podía ser castigador y malvado y permitir que hubiera tanto dolor, pues la situación económica de su familia y del pueblo era muy precaria y su madre, que era muy piadosa, buscaba siempre ayudar a paliar el dolor de muchas de las familias que vivían cerca de ellos, aun cuando no fuera con dinero, pues, como he dicho, la familia también vivía de manera precaria.

Quinto.- Estando en secundaria, rebelándose contra el infortunio por no poder participar en una excursión, algo dentro de él le hizo saber que tendría que buscar OTRA COSA… Pero eso lo encontraría leyendo. En ese momento recordó cuando empezó a juntar letras para leer y el gusto que le dio poder entender lo que estaba escrito.

que tendría que buscar OTRA COSA… Pero eso lo encontraría leyendo. En ese momento recordó cuando empezó a juntar letras para leer y el gusto que le dio poder entender lo que estaba escrito.

Así, con ese cúmulo de preguntas fue creciendo, su afición a las lecturas y a las preguntas fue creciendo. Leía todo lo que le llegaba, preferentemente si eran temas “raros”, pero leía de todo.

A fines de los años 60 y principio de los 70, ceca de terminar la instrucción profesional, quiso ser “Jipi”, e irse a vivir a una comuna, pero entre la falta de aprobación de su madre y la falta de valor y convencimiento propios no lo hizo. Fue ya casado cuando cayó en sus manos un libro que cambió su vida: “El Kibalyón” y ahí empezó su búsqueda en grupos de estudio de muy variados tipos; filosóficos o esotéricos, siempre con la idea de encontrar la razón de vivir, pues la vida seguía pareciéndole rutinaria y cansadora, sin ninguna razón de peso para que valiera la pena esforzarse.

Cuando llegó al último grupo donde ha estado últimamente, haciendo, en alguna ocasión, una recapitulación de los grupos dónde había militado, lo que en ellos se enseña y hace, las coincidencias, las divergencias y gracias a una información “NUEVA”, algo lo ha llevado a pensar que realmente todos los humanos somos responsables de lo que nos pasa y de las condiciones que prevalecen en nuestras vidas.

Cómo dejar de ayudar a Dios

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Imagen: Luis Gómez