2 Generaciones Número 2 | Page 24

Juan Colín

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Todos deberíamos pensar en lo bueno que sería que otro ser humano pudiera seguir viviendo con un órgano de nuestro cuerpo y en lo digno que es pensar en ayudar sin otro interés de por medio que el de la buena voluntad de nuestra parte para ayudar a los demás.

La vida de cada uno no tiene precio y nos ha sido dada de manera gratuita, los altos valores de los seres humanos que casi todos llevamos dentro como el amor al prójimo, la fraternidad, la caridad, el deseo de ayudar, nos permitirán en principio entender el valor de la donación y posteriormente si lo deseamos, sumarnos a ese pequeño grupo de seres humanos que ya portan su placa como donadores de órganos.

Resulta desconcertante ver cómo los seres humanos a veces se muestran interesados en la protección a los animales, creando incluso asociaciones defensoras de los mismos contra el maltrato que pudieran sufrir o para evitar su extinción; sin embargo, esa misma pasión no la muestran cuando se trata del prójimo por que entonces surgen los prejuicios, los rencores, la indiferencia y la apatía. ¿Por qué a los animalitos sí y a los humanos no?

Como dije antes, es cuestión de conciencia y solidaridad. Nadie está obligado, pero todos son invitados.

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