Juan Colín
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Hoy por hoy se presenta una gran demanda de órganos que pueden trasplantarse, tales como: el corazón, el riñón, las córneas, la piel. Es cuestión de conciencia y solidaridad humanas. Creemos casi siempre que los eventos catastróficos sólo le ocurren a los demás y nunca pensamos que también nosotros (o nuestros familiares) estamos propensos a sufrir algún mal que nos ataque en nuestra salud y evitaríamos la muerte si hubiera donantes que se solidarizarán con los necesitados y formarán parte de ese pequeño grupo de personas que han decidido donar alguno de sus órganos al fallecer.
En México, la donación de órganos y tejidos está reglamentada por la Ley General de Salud y su Título XIV, capítulos 1 a 3, artículos 313 al 342. Existen muchas instituciones para atenderla como la Fundación Donar Vida, A.C. y el Centro Nacional de Trasplantes.
Según datos estadísticos disponibles, en México hay 18,000 pacientes que requieren un trasplante, de los cuales el 50% esperan un trasplante de riñón (es decir 9,000); según la misma información la cantidad de trasplantes que se realizan anualmente, apenas llegan a 5,000 de los cuales el 40% son de riñón y el 60% de córnea.
Siendo un problema de carácter social, no debemos esperar que otros lo resuelvan; todo aquel que esté convencido de que puede ayudar debe hacerlo. La solidaridad con los demás está dentro de nosotros y si lo hacemos podremos sentir la satisfacción de colaborar para ayudar a mejorar la donación de órganos.
Es cierto también, que actualmente hay muchas lagunas en la legislación y por ello en ocasiones se dan casos de: tráfico de órganos, comercialización, secuestros y otros delitos que buscan convertir lo legal de la donación de órganos en algo ilegal como lo es el tráfico de órganos.
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