Yo siempre he estado de acuerdo con aquello de tener cuidado con lo que se pide, pues al hacerlo se debería estar consciente de la responsabilidad que conlleva. Tal vez no me lo crean, pero hace mucho tiempo ya, pedí a Dios un regalo. Dicha petición tenía que ver con la sensibilidad auténtica, alejada de falsos dramatismos. Y es que ya estaba cansada de mi vida de quejas, de pensar y sentir que era invisible, que nadie me quería.
Tu dolor, puede ser mi dolor, pero mi llanto, ¡ése! es sólo mío.
No hay mayor causa de llanto que no poder llorar.
Lucio Anneo Séneca
ANA HERNÁNDEZ