2 Generaciones Número 10 | Page 32

A LA MADRE QUE NO FUE

Abriste el balcón una mañana

y cambió tu vida.

La locura se instaló en tu alma.

Mientras la ciudad se quemaba

ardían también,

-con la violencia del drama-

tus ilusiones, tu futuro, tus esperanzas

Te arrebataron la juventud y la cordura,

los tanques, la bombas, los muertos,

el olor a carne quemada.

Querías gritarle a Dios

que ordenara parar la matanza,

pero sólo ayes y lágrimas

anidaban en tu garganta.

¡La loca, la loca! gritaban los niños

señalando tu figura inmóvil,

siempre asomada al balcón

sin importar las sirenas y lo bombarderos,

sembrando a su paso la destrucción.

¿Para qué esconderme si lo que quiero

es morir?

¿No os dais cuenta de que el vivir me duele?

Apuntad al corazón y aliviadme para siempre

de sufrir este horror.

Mi madre no murió en la guerra,

allí desapareció, para siempre y sin compasión,

la mujer que pudo haber sido

y que la locura consumió.

32