Pero todo era mejor que morir ahorcado, de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a todo el mundo. Interrogó a la reina, a la princesa, prostitutas y monjas, al mismo sabio y bufón de la corte, viajeros y campesinos, pero nadie dió una respuesta convincente. Eso sí, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja del reino, pues con toda seguridad ella sabría la respuesta. El problema estaba en el precio, pues la vieja tenía fama en todo el país por el costo exorbitante que cobraba por sus servicios.
Llegó el último día del año y Arturo agobiado no tuvo más remedio que consultar a la hechicera.
Ella accedió a darle la respuesta satisfactoria a condición de que primero aceptara el precio. Ella quería casarse con Gawain el más íntimo amigo de Arturo y el más noble caballero de la Tabla Redonda. Arturo quedó horrorizado: era jorobada y feísima; tenía un solo diente, despedía un hedor que espantaría a un macho cabrío; hacía ruidos obscenos… Nunca se había topado con una criatura tan repugnante. No quería ni pensar en pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él una carga así para toda la vida. En cuanto su amigo Gawain, hombre de honor y lealtad supo la situación de Arturo afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero, además de preservar la Tabla Redonda.
MAURICIO FERNÁNDEZ
26