2 Generaciones Número 10 | Page 27

Se anunció la boda, y la vieja bruja con su infernal sabiduría contestó la pregunta- ¿Qué quiere realmente una mujer?, ¡quiere ser la soberana de su propia vida! Todos supieron al instante que la hechicera había expresado una gran verdad y que el Rey Arturo estaba a salvo. Así fue que el monarca vecino al oír la respuesta le dio la libertad.

Pero, ¡qué boda fue aquella! Asistió la corte en pleno y nadie se sintió tan desgarrado entre el alivio y la angustia que el propio Arturo. Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso. La vieja bruja hizo gala de sus peores modales. Engulló la comida del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos. La corte de Arturo jamás se había visto sometida a semejante tensión, pero prevaleció la cordura y se celebró el matrimonio.

Corramos un discreto velo sobre la noche de bodas y contentémonos con mencionar un asombroso hecho. Cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardaba a que su esposa se reuniera con él, ella apareció con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre nunca hubiera imaginado ver. Gawain quedó estupefacto y preguntó que había pasado. La hermosa joven respondió que como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto hermoso.

¿Cuál prefería para el día y cual para la noche? ¡Qué pregunta tan cruel para un hombre!

Gawain se apresuró a hacer sus cálculos, ¿quería tener durante el día a una joven adorable para ir con sus amigos, y por la noche en la privacidad de su alcoba a una mujer espantosa? El joven Gawain replicó que la dejaría elegir por sí misma. Al oír esto, ella le anunció que sería para él una hermosa dama de día y de noche, porque le había respetado y le había permitido ser dueña y soberana de su vida.

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