07 TÍTERES EMBLÉMATICOS | Page 21

El cénit del teatro guiñol mexicano coincidió con la efervescencia de la escuela socialista instaurada por el régimen de Lázaro Cárdenas, cuyos principios educativos residían en dirigirse “hacia las clases campesinas y obreras”, vincularse “con los problemas del medio, las necesidades y aspiraciones de las agrupaciones proletarias” y crear “trabajadores manuales e intelectuales que, con conciencia de clase, puedan convertirse en eficientes y honestos directores de sus propios fines”.39 Esta educación “propugnaba las formas colectivas de aprender la conducta productivis ta y nacionalista moderna: cooperativas productivas y de consumo, equipos deportivos, desempeño cultural, campañas antialcohólicas y sanitarias”.40 … en las obras de Germán List abundaron las críticas a las arbitrariedades del sistema capitalista. En Comino vence al diablo, un patrón que explotaba a su empleado, El Negrito, la representación racial de la explotación, exigía: “trabaja Negrito, trabaja que así es como se hace uno rico”. Consciente de su situación laboral El Negrito respondía: “Así es como se hace usted rico, pero yo no”.44 El empleador abusivo, disfrazado de Diablo para imponer miedo en sus trabajadores, no tenía mucho éxito ante títeres que simbolizan a una infancia unida en la lucha contra de las injusticias sociales. El títere Comino y su amigo El Negrito se organizaban para golpearlo con la avenencia de los niños del público: “¿verdad qué nos van a ayudar ustedes para apalear al diablo?”, luego de la positiva respuesta que seguramente recibían de los entusiastas espectadores, Comino comentaba al Negrito: “¿ya ves? Somos muchos contra él solo”.45 La liberación y transformación revolucionaria de la sociedad, así como un discurso impregnado de materialismo histórico, pretendieron trascender la representación e instalarse en las emocionadas mentes infantiles que presenciaban el espectáculo teatral. El cooperativismo, el unionismo y la solidaridad para enfrentar la explotación se difundieron en varias obras del teatro guiñol. En La invernada de los animales, adaptación de Graciela Amador de la fábula del escritor ruso Alekandr Nikoalevich Afanasiev, se exaltaba la cooperación para la armonía de la colectividad. En Comino en el país de los holgazanes, el famoso personaje, aquí hijo de un zapatero, se declaraba enemigo del trabajo a pesar de la insistencia de sus padres que trataban de convencerlo de que “en el universo todo trabaja. Trabaja el Sol, alumbrando los campos y las ciudades. Trabaja el viento moviendo los molinos”.48 El títere se negaba también a ir a la escuela, por ello era enviado “al país de los holgazanes”, donde “nadie hace nada” para que aprendiera “lo que es no trabajar”. En ese país, Comino encontraba un escenario apocalíptico. Nadie construye casas, no hay quien ordeñe a las vacas ni confeccione los vestidos. Tanta inutilidad provoca que algunas personas pierdan los brazos. Otras, la cabeza. El recurso del temor tiene éxito con Comino, quien asustado termina por convencerse. El títere toma el tren de regreso al país laborioso (se entiende que es México) y aprende la lección: “Papá, mamá, yo quiero trabajar y estudiar, tengo miedo de que se me caigan los brazos y las piernas, tengo miedo de andar sin cabeza”. 49 El mismo mensaje fue repetido en Comino ama el trabajo, considerada por la Comisión de repertorio como una obra de verdadera diversión para los niños pero, sobre todo, una obra que “fomenta el amor al trabajo, modificando el viejo concepto de que la labor es un castigo”.50 Lo mismo sucedió con Zimbalú o el gorila perezoso, en donde los personajes, todos animales —la fábula era un recurso muy utilizado por el teatro guiñol—,51 demostraban “que todo aquel que se aprovecha del trabajo de los demás merece un castigo”, aquí se agregaba “que debe darse oportunidad a estos individuos a fin de que corrijan sus defectos”.52 A esta se la consideró como “una obra digna de representarse por la clara tendencia social que la anima y por sus grandes posibilidades de diversión para los niños”. Concentraba la idea social de la cooperación y de “que todo el mundo debe trabajar para comer y nadie vivir del trabajo de los demás”.53 Las autoridades insistían en que la escuela debía “convertir el trabajo no sólo en el centro de instrucción” sino “crear en los alumnos la conciencia de trabajo como medio, el más eficaz y el verdaderamente efectivo, para fomentar las 39 Guevara Niebla, 1985, pp. 95-96. 40 Vaughan, 2001, p. 337. 44 List Arzubide, 1997, p. 29. 45 Ibidem, p. 36. 48 List Arzubide, 1997, p. 112. 49 Ibidem, p. 120. 50 AHSEP, Bellas Artes, Teatro, 73, 11, “Carta al jefe del departamento”, México, 12 de marzo de 1934, f. 53. 51 Muchas de las obras conservaban la estructura de la fábula, historias breves, con moraleja y con uso de animales o alegorías de seres humanos y de sus relaciones en la sociedad, para captar la atención de los niños. 52 AHSEP, Bellas Artes, Teatro, 73, 27, “Carta al jefe de departamento”, México, 14 de mayo de 1934, f. 81. 53 Ibidem, 73, 11, “Carta al jefe del departamento”, México, 12 de marzo de 1934, f. 53. relaciones humanas. Igualmente, inculcar la convicción de que el trabajo ocupa el primer lugar en el desarrollo de las sociedades”.54 Las actividades económicas de los niños eran una condición de existencia de la infancia pobre mexicana 21