cercano a las ideas socialistas del régimen de Cárdenas, colaborador de Bassols y encargado de vigilar “el cumplimiento
de la ley contra las escuelas que daban educación religiosa”,8 destinaba parte de su producción intelectual a la escritura
de obras de teatro infantil.
Así, estos artistas e “intelectuales pedagogos”9 formaron parte de un amplio proyecto estatal para educar y concienciar
al futuro ciudadano a través de producciones culturales en un contexto en el que la educación y el arte se erigieron no
sólo como un binomio sino también como la panacea para formar política y socialmente a la población.
Es historia conocida10 que a fines de 1932 los grupos de teatro guiñol presentaron su proyecto ante Bassols y Chávez en
un bodegón de la casa de Germán Cueto. El 22 de junio de 1933 la SEP llevó a cabo la primera función pública de prueba
en el Teatro Orientación, en la Ciudad de México.
Los grupos que se presentaron fueron el Grupo A, Rin Rin, de Cueto, y el Grupo B, Comino, dirigido por Leopoldo
Méndez, que debían visitar dos o tres escuelas por día con representaciones de treinta minutos. El éxito obtenido y la
necesidad de cubrir un amplio número de escuelas, hicieron que en 1934 se aprobara un presupuesto para un tercero,
el Grupo C, Periquillo, dirigido por Graciela Amador y Roberto Lago.
En poco tiempo los titiriteros lograron ser considerados como educadores y de tal forma fueron contratados por la SEP
como “empleados de carácter docente”. Graciela Amador y Ramón Alva de la Canal fueron comisionados en la Escuela
Normal Superior para dar cursos a los maestros sobre técnica de teatro guiñol. Roberto Lago se autodefinió como un
“titiritero pedagógico” señalando que “divertir instruyendo o instruir divirtiendo nos pareció la aspiración más alta que
podía alcanzar la pedagogía moderna”.19 Germán List Arzubide sintetizaba esta idea con la frase: “el teatro es, siempre,
una escuela”.
En un primer momento el proyecto se enfocó a los jardines de niños de los barrios obreros, y a la ciudad de México,
pero poco a poco fue desplazándose a las escuelas primarias, a las zonas rurales y a otros estados de la República, en
donde ya existían experimentos teatrales, como el “teatro campesino” institucionalizado por la SEP en el campo. 20
Las finalidades oficiales del teatro guiñol fueron: “educar cultural y políticamente al niño, dentro del criterio histórico
materialista”, contribuir a su formación moral, “liberarlo de todos los prejuicios raciales, religiosos o sexuales”; fomentar
en él “la conquista y dominio de las fuerzas naturales como único objetivo de la vida social”; formarle “el concepto de
que el trabajo es el único medio de conquistar el bienestar colectivo”; “desarrollar sus sentidos estéticos”; hacer
desaparecer de su mente del “la existencia de seres fabulosos, como hadas, gnomos, duendes”; promover la higiene,
“educarlo, en general, por medio del teatro”.30
Este teatro al servicio de la “pedagogía revolucionaria” basó sus antecedentes en la experiencia rusa. Germán List
Arzubide, por ejemplo, había visitado el teatro de los niños en Leningrado, inaugurado con la Revolución de Octubre y
considerado como “una conquista de la revolución”. A Angelina Beloff, el Departamento de Bellas Artes, en 1932, le
había encargado traducir al castellano diversos folletos rusos sobre teatro guiñol. 37 Los soviéticos tenían una sección
pedagógica que observaba qué pasaba con los menores a medida que la obra avanzaba y aplicaban tests donde los
niños debían escribir o dibujar algo para un periódico mural en el que los docentes analizaban las reacciones. 38 Tomando
este caso como ejemplo, en México la SEP solicitó que los directores de los jardines de niños enviaran dibujos de los
alumnos para analizar la recepción de las obras.
Las obras de guiñol subrayaron que los niños mexicanos debían prepararse desde muy pequeños para la lucha por los
derechos y la justicia colectivos, por los valores de la limpieza, la higiene, la eficiencia y la productividad. La sociedad en
miniatura que se recreaba en el escenario defendía el valor del trabajo, criticaba a los “Enemigos de la Revolución”: la
burguesía, los patrones explotadores, los microbios y las bacterias. Por primera vez los muñecos guiñol formaban parte
del movimiento social de concientización y se convertían en portavoces de la retórica revolucionaria.
Los títeres enseñan a trabajar
8 Wilkie y Monzón Wilkie, 2001, p. 253.
9 Palacios, 1999.
10 Giménez Cacho, 2008.
19 AHSEP, Bellas Artes, Teatro, 75, 1, “Informe sobre las labores del Departamento de Teatro”, México, s/f, fs. 15 y 16. Ortiz, Teatro, 2005, p. 262.
20 Palacios, 1999, p. 77.
30 María y Campos, 1941, p. 23.
37 Beloff, 1945, pp. 174-175.
38 Amador, 1936, pp. IV-VI.
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