Digital publication | Page 9

OPINIÓN

Nuevo Panorama

9

EDITORIAL

Feminicidios y sociedad

El último feminicidio perpetrado en el país, desde que comenzó este año, ha conmovido a la ciudadanía por sus circunstancias particularmente dramáticas. Los detalles de la relación entre la víctima y su asesino –conocidos después del hecho de sangre– tendrían que cuestionarnos acerca de la actitud que tenemos respecto de la violencia, de todo tipo, ejercida por hombres contra mujeres y de la sensibilidad con la que la observamos, todos, y especialmente los funcionario policiales y judiciales.

El feminicidio número 32 de este año fue ejecutado a mediodía del domingo último en el ingreso a un supermercado de la ciudad de Santa Cruz, por un hombre que atacó a su expareja con un cuchillo-hacha para carne, comprado minutos antes.

Dos semanas antes, según cuenta la hermana de la víctima, el agresor fue denunciado, dos veces, por violencia intrafamiliar, en contra de su expareja y de familiares, mujeres, de esta. El Fiscal ordenó su detención en una estación policial durante ocho horas, antes de liberarlo sin más trámite. Y el hombre volvió a su domicilio, en la misma casa donde vivía la mujer con los hijos de ambos, dos niños de dos y siete años.

“¿Cómo van a dejar que conviva con él esta mujer, si la estaba hostigando constantemente?, el tipo debió ser retirado de la casa y obligado a pagar una pensión para la mujer y sus hijos. No debía tener más contacto con ella”, protesta un abogado penalista que asesora a la familia de la víctima.

Para el jurista, “el que falló fue el policía, que no avisó al fiscal, por lo menos debía haber solicitado medidas de protección”. La Fiscalía anunció ayer que está investigando una posible falta de atención por parte de los fiscales, policías y otro personal que tuvo que ver con esas denuncias.

Esa negligencia –del policía o del fiscal, o de ambos– que tuvo consecuencias fatales dos semanas después no es excepcional. Con seguridad ocurre a menudo en casos de violencia conyugal, y es así porque existe una actitud de tolerancia e indiferencia respecto de las agresiones que sufren las mujeres por parte de sus parejas o exparejas.

Y esas agresiones ocurren todos los días en hogares de todos los estratos de la sociedad. Y en muchos casos, cuando el agresor es militar, policía, magistrado o político, el asunto se disuelve en el tiempo sin mayor trascendencia, a menos que el desenlace sea fatal como el del domingo.

Hace ocho años que está vigente una ley de nombre tan ampuloso como ineficaz –como lo evidencian el hecho del domingo y las cifras de feminicidios– para detener la violencia que sufren las mujeres por parte de hombres que no aceptan el abandono o están enfermos de celos.

Mientras no enfrentemos esto de manera colectiva y sistemática, prevalecerá la destructiva actitud de muchos hombres que utilizan la violencia como forma irracional de vínculo con sus parejas.

PIPOCAS

Crisis política de la clase dominante

LORGIO ORELLANA

AILLÓN

La escisión de la clase dominante es un rasgo característico de su crisis política, planteaba Lenin. La caída de Evo Morales en diciembre de 2019 y el ascenso de Jeanine Áñez, pusieron de manifiesto la concurrencia entre dos proyectos de acumulación de capital y dos proyectos estatales.

Durante el Gobierno transitorio, esto se expresó mediante la liberalización de la exportación de soya, la dotación de tierras a terratenientes, la inyección a la banca con dinero de los fondos de pensiones, el quiebre y privatización de empresas del Estado, el regreso del FMI como importante acreedor.

Se trataba de la tradicional vía oligárquica, caracterizada por la ocupación directa de los cargos estatales por los representantes de agroindustriales, terratenientes, ganaderos, exportadores y banqueros, respaldados por importantes capas de las clases medias, como los colegios de profesionales (todos ellos identitariamente mestizos y blanco-mestizos).

Por el contrario, el del MAS ha sido y es un proyecto 

farmer de transformación de pequeños patrones de origen indígena en grandes patrones capitalistas, mediante la transferencia de excedentes a través de un gobierno que fomenta el desarrollo del mercado interior. Durante los últimos 14 años se vio el surgimiento de nuevos ricos de tez morena, como nuevos empresarios cooperativistas, interculturales soyeros y ganaderos en el oriente boliviano, nuevos campesinos ricos vinculados a la producción de la coca, al negocio de la exportación de la quinua, nuevos patrones emergentes en el sector manufacturero y artesanal, ligados al dinamismo del mercado interior. Según una investigación del Cedla, la cúpula de la Csutcb y del Pacto de Unidad representa precisamente los intereses de nuevos campesinos ricos.