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FIGHTING BASQUES

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Un día nos llegó una noticia lamentable, que hizo erizar los pelos a todos nuestros gudaris. Vigilando el frente de Elosua estaba aquel Comandante Rojo, esmirriado y seco que me quiso llevar a la pared de la iglesia para fusilarme (Texeira) y claro, igual que al Comandante del “Meabe”, a él también se le ofreció para ayudar como secretario, aquel malvado, pleitero y seudo-intelectual que el pueblo le tenía arrinconado, del que antes de ahora hemos hablado, y como en traicioneras maldades ambos eran iguales, se entendían muy bien para hacer desaguisados. En uno de aquellos días, parece que salieron dos soldados hacia el monte y cayendo en una emboscada de los fascistas, mataron a ambos. Estos dos traidores echaron la culpa a los del pueblo, sugiriendo que alguno avisó a los fascistas cómo iban dos soldados del Batallón al monte y para escarmiento decidieron matar a todas las derechas del pueblo. Esta oportunidad aprovechó aquel malvado del pueblo para poner en la lista a todos los que él odiaba. Los llevaron, a todos los que él señalaba, casa por casa, a un rincón solitario, muchachitos, niñas, jovencitos y sus padres y madres poniéndoles a todos en filas, mostrándose insensibles ante los gritos de los niños, los llantos de las madres y los improperios de los padres, con unas ráfagas de ametralladoras silenciaron a todos para siempre.

Lo más espantoso de todo ello era que los hermanos mayores de aquellos niños, y los hijos de aquellos padres y madres ejemplares, ofreciéndose como voluntarios estaban luchando en nuestro Batallón “Araba”, defendiendo Euzkadi. A los Jefes y a los Capellanes, nos costó convencerlos para que no echaran sobre sus hombros esa grave y tremenda responsabilidad detomar la justicia por sus manos, haciendo tan horrendo linchamiento. Les tuvimos que prometer, que aquel crimen colectivo de ninguna manera dejaríamos sin su debida sanción, dándoles nuestra palabra de que elevaríamos, al tribunal de guerra, la denuncia, prometiendo que allí nos presentaríamos como testigos. Al fin, la justicia que pensábamos hacer la hicieron los fascistas, tomándonos la delantera, ya que en un ataque lograron tumbarle de bruces a aquel Comandante esmirriado, petizo y seco con una bala que le atravesó el corazón y haciendo prisionero al malvado secretario, a la vista de todo el pueblo, le ahorcaron en el mismo pueblo de Elosua (6).

Domingo Jakakortexarena “Aita Txomin” era párroco de Nafarrate cuando sucedieron los hechos de Elosu, que tuvo ocasión de conocer por referencias directas al encontrarse muy cerca. Además, cuando pasó de capellán al batallón Araba supo de algunos gudaris que eran familiares de los asesinados y de las intenciones de estos de tomarse la justicia por su mano, algo que al final no llegó a suceder. En 1940 se exilió en Argentina y trabajó en distintos ámbitos del conocimiento: publicó el diccionario euskera-castellano y castellano-euskera en la editorial Ekin, además de escribir sus memorias y traducir “Martín Fierro” con motivo de su centenario (1972). Regresó a su localidad natal de Berastegi en 1980, publicando una obra de dos volúmenes dedicada a la apicultura o Erlezaintza. Falleció en 1993 vía autores