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FIGHTING BASQUES

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Por supuesto, los miembros de la casa de jóvenes no fueron ajenos a este fervor y todos los que pudieron hacerlo —incluso mintiendo sobre su edad como dijo Maximino Roda al ser entrevistado por Tabernilla y González, hasta contabilizar un número cercano a los 76— se incorporaron voluntarios al 3º Regimiento de la 3ª División de las Milicias del Pueblo, constituyendo un caso especial de entre todos los españoles que lucharon con los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, en primer lugar por su extrema juventud, en segundo por estar en una misma unidad (caso que solo se dio en la 4ª Compañía del OMSBON, siglas que corresponden a otdel’naya motostrel’kovaya brigada osobogo naznacheniya, o brigada motorizada independiente de fusileros de designación especial) y en tercer y último porque este alistamiento, tan temprano, fue ajeno al control de los líderes del Partido Comunista de España, que acabarían prohibiendo la incorporación de los exiliados republicanos a las filas del Ejército Rojo, aunque no lo conseguirían del todo, pues fueron muchos los que combatieron hasta el final de la guerra.

Con apenas unos días de instrucción, los jóvenes partieron hacia Carelia desde la estación Finlyandsky y a primeros de agosto de 1941 ya combatían duramente con los fineses en la zona de Syandeba, donde muchos dejarían la vida (1). Durante cinco semanas de lucha en una tierra de bosques y pantanos, la 3ª División de Milicias del Pueblo, mal armada y equipada y peor formada, mermada por las numerosas bajas, consiguió evitar ser destruida en varias ocasiones, llegando hasta su destino final en Petrozavodsk, la capital de la Carelia rusa, siendo cercada y aniquilada el día 1 de octubre de 1941.

En los campos fineses llegaron a concentrarse durante la SGM hasta 64.000 prisioneros de guerra soviéticos, de los que 19.000 fallecieron en el cautiverio, lo que da idea del maltrato al que fueron sometidos.

Malaparte, que estaba en Finlandia como corresponsal del periódico italiano Corriere della Sera, dejaría constancia algunos años después durante su estancia en París (publicado como obra póstuma con el título “Diario de un extranjero en París”) que tuvo conocimiento a través del teniente general finés Öhquist de la presencia de 18 jóvenes españoles, pero como escribía dejándose llevar de sus recuerdos las cifras y las fechas bailaban en su cabeza de manera inexacta; empero, la secuencia cronológica real nos la iba dando la prensa española de la época, concretamente el ABC, que se hacía eco de la presencia de aquellos jóvenes en Finlandia según el gobierno de aquel país comunicaba a los representantes diplomáticos españoles —es decir, Foxá— las noticias de su captura, llegando a concentrar a 15 de ellos en el campo de Nastola (a 100 kilómetros al norte de Helsinki) mientras que otro se encontraba con Foxá y al menos otros cinco en diferentes campos y hospitales; el resto estaban desaparecidos o muertos en Carelia.

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Curzio Malaparte se encontraba como corresponsal de guerra en Finlandia, donde cultivó la amistad de Foxá, a quien luego humillaría en su novela Kaputt. La historia de los muchachos del campo de Nastola, contada en su obra “Diario de un extranjero en París”, permite entender por qué su repatriación a España se demoró más de un año (https://democresia.es/pensamiento/historia/curzio-malaparte-lado-incorrecto-nuestra-historia/)