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WESTFALIA: DE RELIGIÓN A SOBERANÍA

LO QUE COMNEZÓ SIENDO UN CONFLICTO RELIGIOSO ENTRE DISTINTOS PUEBLOS RESULTÓ DEFINIENDO LA CARACTERÍSTICA FUNDAMENTAL DE CUALQUIER ESTADO

El Renacimiento estuvo marcado por la ruptura de la Iglesia Católica. Gracias a las inconformidades que surgieron dentro de la Iglesia Católica a causa de la enorme diferencia entre el discurso moral dicatdo por la Iglesia y la forma de vivir de los altos jerarcas de esta institución, se inició un movimiento reformista protestante. Liderado por Martín Lutero y Juan Calvino, este movimiento surgido en Alemania buscaba revisar el comportamiento de los miembros de la Iglesia. Estas críticas y propuestas fueron consideradas subversivas, lo que desembocó en la separación de los protestantes de la Iglesia Católica, creando un cisma en el cristianismo. Inmediatamente los protestantes cesaron de reconocer la figura del papa.

Aprovechando esta situación, muchos reinos rompieron relaciones con la Iglesia y apoyaron el movimiento protestante. Una de las principales ventajas para los reinos que adoptaron el protestanitismo era la poca intromisión de los religiosos en la política.

Esta situación generó descontento entre los distintos reinos, pues los católicos no estaban dispuestos a reconocer el protestantismo, y por ende cuestionaban la legitimidad de los gobernantes de los reinos protestantes. Como resultado, muchas guerras religiosas entre reinos fueron disputadas.

Una de las guerras religiosas más trascendentales fue la guerra de los Treinta Años, un conflicto bélico que enfrentó a varios reinos por sus diferentes religiones.

Entre los participantes, estaban el Sacro Imperio Romano Germánico, el reino de Francia, Suecia, Países Bajos, Austria, la Monarquía Española, el reino de Inglaterra, entre otros. Este conflicto se desarrolló desde 1618 hasta 1648. La guerra llegó a su fin con la Paz de Westfalia.

Este tratado, además de acabar con el conflicto, definió uno de los conceptos más importantes referentes al Estado: la soberanía. Con la Paz de Westfalia, se estableció que los ciudadanos debían atenerse a las leyes de sus gobiernos y promulgó que ningún Estado debía interferir en asuntos de otro. De igual forma, marcó la separación de la política y la religión, acabando con los conflictos confesionales. La religión se convirtió en un asunto privado en el cual el Estado no tenía incumbencia.

La Paz de Westfalia priorizó a los Estados como potencias racionales y fortaleció el poder civil. Con el tratado de Westfalia, los Estados ganaron una gran relevancia y se sentaron las bases para lo que hoy conocemos como Derecho Internacional.