ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO CERO (ENERO 2014) | Page 39
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querido apostar. Por eso recurrieron al crowdfunding… pero no llegaron a recaudar lo suficiente y, hasta donde yo sé, el proyecto está parado.
El caso es que, mientras Recuerdos en el paladar –así se llama el libro– se hacía un hueco en
el cajón de lo que podría haber sido y no fue, media España comentaba el éxito de MasterChef Junior. Un éxito arrollador que condena al ostracismo a las demás noticias relacionadas
con la cocina. Se habla mucho del tema pero, ¿a qué precio? No tengo claro si estamos ante
una oportunidad o un fracaso y la teoría del vaso medio lleno me sabe a poco.
Mi compañera Lucía Taboada, que es una crack retratándonos a base de sarcasmo, acaba de
publicar un artículo en GQ, Cómo aparentar que sabes de gastronomía, en el que sostiene que,
“cuando te despiertas resacoso los domingos y coges lo primero que pillas en la nevera […],
ya no estás haciendo el clásico-desayuno-comida-y-seguiré-comiendo-hasta-la-noche […].
Ahora estás haciendo un brunch”. Afirma que, en la era del ceviche, “no eres nadie si no elaboras tu propia cerveza, pero especialmente si no haces pan casero”. Y añade, en definitiva,
que ahora ya no eres “un amante de la gastronomía”, sino un foodie.
La gastroburbuja televisiva empieza a preocuparme pero he disfrutado mucho con Pesadilla o MasterChef y siempre defenderé a capa y espada (o teclado y ratón) que la cocina de los
valientes nos ha traído (y seguirá trayendo) muchas cosas buenas. No llegué a ir elBulli pero
la exposición del Palau Robert me dejó con la boca abierta y las cenas en Diverxo o Miramar
están en mi Top 10 de experiencias vitales memorables.
Soy de los que cree que Ferran Adrià es un genio. Asistí a la conferencia que
dio hace unos meses en la Complutense y la brillantez de su discurso me
hizo olvidar, al menos durante un rato, que le patrocina la misma empresa que dio cobijo a Iñaki Urdangarín. Pero una cosa no quita la otra.
Echo de menos que se hable (más) de los miles de productores anónimos que hay en España: agricultores, ganaderos, artesanos... y
echo de menos que se reivindique a Juan Perucho y Manuel Vázquez Montalbán, o que se le dé importancia a las repercusión de
nuestra compra en la economía o la biodiversidad. Y todo esto lo
digo, primero, como autocrítica. Que conste.
Se me viene a la cabeza una frase de Amélie: “Cuando un dedo
apunta al cielo, el tonto mira el dedo”. Y creo que los dedos de Alberto Chicote o Ferran Adrià –por resumir muy mucho– señalan
el camino correcto. El problema es que ellos, como mis tíos, seguramente aún se acuerdan de esos años en los que la cocina no estaba
de moda y nadie sabía lo que era un foodie. Yo, en cambio, para bien y
para mal, pertenezco a la Generación Miraldedo.