ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 1 | Page 43
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E
l placer de dar de comer se inicia cuando decidimos ceñir alrededor de
nuestra cintura un mandil. Aquí empieza la entrega del cocinero para ese
comensal en el que queremos despertar sensaciones que podrán ser el comienzo de una excitante y sensorial velada.
Al igual que la gastrosexología fusiona psicología, sexología y cocina para tratar
de explicar los mecanismos de excitación que subyacen en el placer de comer
o de cocinar para un comensal. Los cocineros anónimos son los que llevan a la
práctica esta conquista de los paladares y los sentidos de la persona que pronto
degustará los manjares cocinados. Cuando te ciñes ese mandil comienza el viaje
al que has invitado a tu comensal.Lo llevarás a un país, una situación, una estación del año, a la infancia, o a cualquier lugar o situación al que tu quieras llevarlo. Esos lugares donde ha sentido placer o donde siempre ha querido estar.
Comienza la danza con la receta, el baile del cocinero con las cantidades adecuadas para provocar olores , sabores, texturas y temperaturas agradables. Ese límite impreciso que cada uno posee y donde se mueven las sensaciones agradables.
Caliente pero no demasiado, crujiente pero a la vez meloso, penetrante pero embriagador olor..siempre danzando con la receta , buscando la receta perfecta para
el paladar del invitado.
Nos acercamos con el regalo, el plato. Sonreimos y lo dejamos ante sus ojos.
Sentimos como si con el primer bocado fuera desenvolviendo, arrancando cada
pedazo de papel y comenzara a descubrir que cocinamos un regalo a su medida.
Lo miramos , nos ruborizamos...no habla, sonríe y enseguida otro bocado. Una
sensación de placer inunda al cocinero. Es la sensación que buscamos y que hace
que cada día querramos ceñirnos el mandil.
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