Un día solo nos cambiaron el tér-
ral un concepto de violencia muy li- mino: de colonización migramos a la
mitado, la entendemos solo como la globalización. Y listo, con una simple
agresión física o verbal, pero la trans- mutación de términos lo que era in-
gresión cultural y las imposiciones vasivo ahora es inclusión. Ignorar las
ideológicas son también una manera imposiciones culturales nos ha lleva-
de minimizar la identidad de un pue- do lejos, incluso al camino de la inuti-
blo o una nación. lidad como humanos.
Actualmente, miramos por la Marshall McLuhan decía, entre
ventana de la historia esos muy le- muchas otras cosas, que los medios
janos tiempos de Aridoamérica y eran una especie de extensiones de
Mesoamérica, aquellas etapas de nuestro cuerpo, entendiendo como
nuestro territorio dignas solo de las medios a todo avance tecnológico
monografías. Pero, ¿dónde quedó que pueda desarrollarse; por ejem-
nuestra identidad? Es la pregunta plo, podríamos decir que un auto-
que siempre debiéramos hacernos: móvil que nos lleva y nos trae a todas
¿qué somos, quiénes somos, qué es partes es una extensión de nuestras
un mexicano? piernas, pues cubre la misma función
Hoy ya no llegan grandes navíos
que al final es la de transportarnos.
cargados de hombres extraños a “co- Sin embrago, ¿qué pasa con al-
lonizar” nuestros territorios; sin em- guien que prioriza el uso del auto al
bargo, la invasión está en nuestros de las piernas?, obviamente, su cuer-
cines, nuestros medios de comuni- po comienza a atrofiarse por la susti-
cación, nuestra literatura, la ropa que tución en la manera de transportarse:
llevamos puesta, las marcas de los la cadera comenzará a doler, las pier-
productos que compramos en el su- nas perderán fuerza y, por ende, apa-
permercado: ¿cuánta violencia habrá recerán problemas cardiovasculares.
detrás de cada producto colonizador Lo bello de las teorías de McLuhan
que echamos al carrito del súper o en es que varias de ellas se pueden ir
la tecnología que utilizamos? adaptando con el paso del tiempo,
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Tenemos en nuestro capital cultu-