por Antonio García
Han pasado ya siete años desde que se vio en pantalla Children
of men, la exquisita distopía de P.D. James interpretada por
Alfonso Cuarón. Luego de tantos años fuera de los reflectores,
no sorprende la gran expectativa que ha generado su regreso
como director.
El mexicano es, al día de hoy, uno de los artistas más visionarios
y reconocidos del mundo. Ha demostrado un talento pocas
veces visto, superando a decenas de los directores “made in
Hollywood”. Poseedor de un innegable intelecto para el cine de
autor con títulos como Sólo con tu pareja (1991) o Y tu mamá
también (2001). Honrando, además, su oficio como director,
entregando trabajos impecables al servicio de la gran industria.
Todo sin dejar de plasmar su peculiar estilo en películas como
La princesita (1995), Grandes esperanzas (1998) y Harry Potter y
el prisionero de Azkaban (2004).
Hablar de la filmografía de Alfonso Cuarón es hablar de un cineasta experimentado que ha recorrido desde los terrenos más
indie del cine mexicano, hasta las grandes y millonarias producciones hollywoodenses. A pesar de la aparente poca similitud
que guardan sus trabajos, podemos hallar claramente su estilo
si se mira con detenimiento. Su versatilidad le ha otorgado el
lugar que ocupa hoy en el panorama fílmico internacional. Sin
embargo, y a opinión personal, aún no ha recibido el reconocimiento que merece.
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