CORRESPONSAL DEL SEMINARIO
DE CULTURA MEXICANA
LITERATURA
POESÍA
POEMAS DEL DESIERTO
RAÚL BLACKALLER
Nocturno desierto
Las estrellas caen,
sí,
la luz cae,
aunque yo:
espero,
todo el tiempo que te lleve
caminar,
cada curva del enredado cerebro,
por cada conexión neuronal.
años (tal vez),
siglos (es probable),
nunca (seguro),
las recorrerás hasta llegar a la cordura.
La mente es intrincada,
inacabable.
Luz.
A las cuatro y media de la mañana,
cientos de proyectiles llegan al óvulo.
Arrancando la carrera en fuego,
Terminando en hielo.
Pareciera que hay vida después de la muerte.
Vida molecular,
Estallan sus partículas al mundo porvenir.
Inalcanzable,
a la velocidad de la luz;
la luz se estira por las deformidades del espacio.
La luz lo es todo y a la vez nada.
Y pasamos la vida descifrando luz.
Lo intentamos.
Pero la luz es esquiva.
Incluso más que el tiempo
y aun así el tiempo es una ilusión.
La muerte también lo es,
heredamos al mundo átomos y pensamientos:
pequeños haces de luz atrapados en la memoria.
El universo cae,
las estrellas caen a través de la deformación del tiempo
y el espacio.
Un agujero en espiral
Y plano.
Caminas, con la mirada al horizonte,
Por la superficie de un sueño pisoteado.
No somos únicos,
Somos imitantes de la historia visual.
Esperando,
que un día, los fragmentos de luz en mi memoria
caigan en un espiral
a años luz de distancia de aquí.
Cerro del muerto
Fue una catástrofe morir en tu boca.
Cayendo desde el cielo,
abatido y sin alas,
ahogado en la linfa
de tantos gritos ahogados,
arrojando flores a los vientos.
Una mujer se derramó por la ribera
para sembrar las flores reptantes,
florecieron verbos casi humanos.
Sopló la brisa de otoño,
las flores del desierto son salvajes,
pequeñas e hirientes.
Nada de rosas o nardos,
nada de ninfas ni hadas,
Este desierto sabe de luna, cascabeles,
viento y suculentas de todos los verdes.
Las cactáceas blanden sus espadas al sol.
Un ejército vacuno
toma por asalto la linfa.
Su alimento es la tierra, el agua,
el sol y todo lo endémico.
El desierto se desertifica.
Y el muerto seguirá muerto,
tirado, tragando cielo.
Y nuestra naturaleza es abrazarnos,
Morir con los brazos al sol como las noas,
Y la lluvia y las montañas;
O morir rodando
Como estepicursores que
esparcen toros y embisten pies
para renacer por todo el desierto.
La muerte nunca es muerte,
el cerro exhala estrellas,
fecunda el universo.
La muerte nunca es muerte,
cuando de tu boca caigo
como promesa,
desertificando el desierto.