YOESOTRO
LITERATURA
POESÍA ARCAICA
POESÍA ARCAICA
GRIEGA: CALINO
YOESOTRO
La mayoría de la información que tenemos
sobre el poeta Calino de Éfeso procede del
historiador y geógrafo de la época de
Augusto, Estrabón, quien muy
probablemente contaba con una colección de
las composiciones elegíacas de Calino, que le
sirvieron para apoyarse en su investigación
sobre los conflictos bélicos que asediaron las
ciudades jónicas en el siglo vii a. C. Según el
propio Estrabón, refiriéndose a la tribu de los
magnesios, cuya ciudad, Magnesia, se
encontraba en las orillas del río Meandro al
sur de Éfeso, Calino se acordó de ellos como
un pueblo próspero y afortunado que había
salido airoso y triunfante de la guerra contra
los efesios . La figura histórica de Calino, pues,
está íntimamente ligada a las luchas de las
ciudades del Asia Menor contra los cimerios,
un pueblo bárbaro procedente de la
península de Crimea, en la costa norte del
mar Negro. Las elegías de Calino estuvieron,
pues, vinculadas temáticamente con estos
incidentes bélicos y con las invasiones
cimerias a la ciudad de Sardes. Es posible que
el fragmento aquí publicado deba
contextualizarse precisamente dentro de la
amenaza que estas invasiones pudieron
representar para los efesios, pues sabemos
que, en efecto, los cimerios atacaron Éfeso e
intentaron destruir el templo de Ártemis.
Sabemos, de nuevo por Estrabón, que los
efesios también estuvieron en guerra contra
los magnesios, de manera que también es
posible que la poesía marcial de Calino
pudiera haber tenido como referente este
episodio bélico. Sobre la poesía de Calino,
algunos testimonios lo erigieron
en uno de los inventores y creadores del
metro elegíaco.
1 • (vid. pp. clxxxvii, cclxxi y ss.)
¿Cuánto tiempo más yacerán ociosos? ¿Cuándo tendrán el
ánimo intrépido, jóvenes? ¿Acaso no se avergüenzan ante sus
vecinos, por ser así de negligentes? Mientras creen estar
sentados en la paz, la guerra ocupa toda la tierra
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Y que cada uno, al estar a punto de morir, arroje la última
flecha.
Pues para el hombre es honroso y espléndido luchar
por la tierra, los hijos y la legítima esposa contra los
enemigos; luego la muerte llegará justo cuando las Moiras la
tejan. Pero que cada uno vaya derecho con la lanza en alto y
bajo el escudo el corazón intrépido recogido, desde su
primer encuentro guerrero.
Pues no hay manera de que el hombre escape a su destino
de muerte,
ni aunque su linaje sea de ancestros inmortales.
Muchas veces, tras haber escapado del combate y del
estrépito de los dardos, regresa, y en casa el hado mortal lo
alcanza, pero a éste, sin embargo, no lo quiere el pueblo ni lo
añora, mientras al otro lo llora el humilde y el poderoso, si le
pasa algo; pues para todo el ejército, hay añoranza del
hombre osado que muere, quien en vida, tiene rango de
semidiós; pues a los ojos de quienes lo ven es como una
torre: pues él, por sí solo, realiza acciones dignas de muchos.
2 • (vid. pp. clxxxviii, cclxxiv)
Ten piedad de los esmirneos,
acuérdate de si, alguna vez, para ti, buenos muslos de buey
los esmirneos quemaron.
3 • (vid. pp. clxxxix, cclxxiv)
Ahora se acerca el ejército de los cimerios de violentas
acciones.
4 • (vid. pp. clxxxix, cclxxiv)
Conduciendo a los hombres treres.