NO HABLO CON
LAS PIEDRAS
Raúl Blackaller
NO BUSCO HABLAR CON LAS PIEDRAS
NI CON LAS ESPINAS DEL DESIERTO.
MUDO ANTE SU CADÁVER Y LA SANGRE FÓSIL.
ME DICEN SUS OJOS FLORECIENDO EN HIERBA
‒LA TIERRA NO PERDONA.
CIERTO, ES UNA PENITENCIA DE MUERTE,
DE MORIR POCO EN LA FURIBUNDA CALIDEZ DE SUS MANOS,
LA TIERRA ENGULLE UN SOL ROJO.
LA SOMBRA ES REFUGIO DE MEMORIAS,
TODO ES PASADO. TODO ES DESIERTO.
SUS DEDOS EMERGIENDO DE UNA FALLA TECTÓNICA,
SUS DEDOS CRECEN A LA LUZ DE LA LUNA,
ES LA NOCHE DIOSA ANTE LA QUE ME DERRUMBO.
CASCADAS DE SOMBRAS CAYENDO POR MIS OJOS.
TROMBA DE ROCAS AZOTAN LA TIERRA.
NO HABLO CON LAS PIEDRAS,
MUDO ANTE LA INSENSATEZ,
MUDO ANTE LOS MURMULLOS DEL DESIERTO,
EL VIENTO EN MI CARA Y UN TORNADO ATRÁS DE LOS OJOS.
SIGO ABRAZANDO SU CADÁVER.
NO PUEDO DECIR CUÁNDO LE DIO SU VIDA AL DESIERTO.
OLVIDÉ EL DÍA QUE SE DERRUMBÓ AL LADO DE LAS ROCAS.
LA MEMORIA ES UN CEMENTERIO.
VIVIMOS TANTO RUIDO Y AL FINAL NOS QUEBRAMOS.
LOS RESTOS QUEDARON ESPARCIDOS EN LA TIERRA.
NO PUEDO DECIR LO FRAGMENTADO DE MI ESTADO
HASTA RECUPERAR CADA PARTE DISPERSA.
AUNQUE LA TENTACIÓN, ES SEMBRARLAS
COMO SEMILLAS QUE GERMINEN
UN LEJANO DÍA DE LLUVIA.
LO INCIERTO DE LA PUTREFACCIÓN,
ES EL OLVIDO, LA SOLEDAD DE ESTE MOMENTO.
LAS PIEDRAS NO HABLAN.
Y SIGO ABRAZÁNDOLAS OYENDO SU RESPIRACIÓN
FRÍA COMO PENITENCIA.
LA MEMORIA APEDREA MI CAMA,
SIN SENTIMIENTOS HABITADOS,
EN LA SANGRE, EN LA CULPA.
NO HABLO CON LAS PIEDRAS,
LES DOY BESOS EN LA OSCURIDAD.