Es un tanto embrollado describir las emociones —Haces que me preocupe más por ella. Sigue sin
que me asaltaron. Padecí un temor prominente. contestarme el celular. Y Pues yo la veía normal.
Alguien buscaba a la muerta. Eran visibles las Todos los días nos vemos en el despacho y nada
contrariedades que podían aparecer. Por otro lado extraño. —la mirada de Salas se concentró en un
surgía una posible luz. Una oportunidad de punto. Después de un rato dijo—, bueno a decir
esclarecer mis recuerdos. verdad si hay últimamente algo que me
desconcierta, y es que casi ya no sale con nosotras
—Disculpa, ¿quién eres?, ¿de dónde conoces a las del despacho. Ya no tiene tiempo porque lo
Aleida? dedica a su nuevo novio. Nuevo entrecomillas
porque calculo que llevan juntos dos meses.
La respuesta tardó en llegar. Al parecer mis
preguntas la desconcertaron.
—¿Cómo se llama su novio? —dije y acto
seguido sentí cómo la angustia me abrazó.
—Soy Claudia, tonto, de la prepa. La mejor
Experimentaba una desesperación sin precedentes.
amiga de Ali, ayer nos encontramos afuera del bar.
Ibas con ella. Pensé que aún estarían juntos. Es que
—¿Qué te pasa? No te ves muy bien.
intenté localizarla pero no contesta el celular.
—Nada nada ¿Quién es su novio?
—Qué bueno que llamas. Necesito charlar
contigo. Es sobre Ali. Ayer estuvo un poco extraña. —No sé, eso es parte de lo raro. Siempre me dice
Me preocupa. todo y ahora no me ha hablado de él. No sé nada.
Sólo me cuenta que va mucho al Centurión azul.
Alegué algunos argumentos más para persuadir
a Claudia de vernos. Pactamos para las siete, en Continuamos la plática por una hora más pero
una cafetería cercana a la casa de Sepúlveda. no logré recabar información significativa. Vino a
mi mente una única idea, la de un asesinato
Claudia acudió a la cita con veinte minutos de pasional. Era pertinente buscar a la pareja de
retraso. Llevaba un vestido blanco y tacones del Aleida, debía ir al Centurión azul.
mismo color. El maquillaje de su rostro era tenue,
sin embargo su belleza se mostraba palpable, Mi celular volvió a timbrar. Ahora llamaba
intensa. Daniel Santos. Este viejo amigo laboraba por aquel
tiempo como policía. De antemano sabía que
Intercambiamos saludos. Con prontitud la
habían descubierto a la muerta.
conversación se centró en Aleida.
—Saben lo del cadáver, Manuel. Ya te buscan.
—¿Qué me querías decir de Ali? —dijo Salas
abriendo los ojos más de lo habitual.
No quise escuchar más. Una catarata de pánico
me arrasó. Afuera la noche caía sobre la cuidad. La
—Ella está muy mal. La noté triste, distraída, en oscuridad acrecentó mis temores. Conocía a la
otro mundo. Y no sé en donde está ahora. Se fue perfección dónde se ubicaba el Centurión azul.
en la madrugada. ¿Sabes qué pudiera ocurrirle? Caminé con paso acelerado diez cuadras. Luego,
justo en la esquina, se podía ver un edificio, de
Inventé esa historia para intentar arrancarle a paredes azules. Un anuncio de letras gigantes
Claudia alguna pista. Quizá con las respuestas decía: Centurión Azul. Me sorprendía lo
podría reconstruir los sucesos de la noche anterior, descuidado de la fachada. Tuve la impresión de
o al menos generar una hipótesis. Además debía estar ante uno de esos típicos bares que se ven en
encubrir la muerte. Desconocía los sucesos que las películas de vaqueros. La puerta se encontraba
podían desencadenarse si revelaba la verdad. abierta.