—Pues yo no le veo ningún problema a esa mujer La flechaste completamente. Se notó desde el
—dijo Miguel de forma sarcástica. principio por cómo te miraba. Me dijiste que te
ibas, querías acabar la fiesta en tu casa. Te
—Aleida fue asesinada, por eso necesito que marchaste. Es todo lo que sé de ahí en más no sé
me cuentes lo que sucedió ayer, cuéntame lo todo qué pasó después.
—contesté rotundamente.
—No puede ser todo. Debió pasar algo más
—No juegues con eso, cabrón
—Sí, pero no sé más. Te perdí la pista a la una
—¿Crees que estoy jugando? —tomé a
de la mañana.
Sepúlveda del camisón y lo vi con firmeza a los
ojos. Continué—, Aleida está muerta, no sé cómo Los datos proporcionados por Sepúlveda me
pasó, cuando desperté, se encontraba a mi lado. servían de poco, lo sustancial ocurrió en la casa.
Tenía varios disparos en la cabeza y en el cuerpo. Mi memoria se empeñaba en esconder esos
Le dispararon con la Luger que tengo. Te juro que recuerdos. Me derrumbé en el sillón. Me sentía
no recuerdo. Te juro que es verdad, necesito tu abatido, exasperado. Las emociones oscurecían mi
ayuda, hermano. pensamiento.
La confesión sacudió a Sepúlveda, por —¿Y si yo la maté? —Pronuncié esa pregunta de
primera vez se mostró despierto, sin señales de su manera instintiva. Poseído por mi carga anímica.
aparente modorra. Agachó la cabeza como si
meditara unos segundos, enseguida me observó, al —No digas pendejadas, Manuel —reaccionó
parecer no daba crédito a mis palabras. Miguel.
—Me dejas sin palabras. Sé que estás —No es tan disparatado. Bien sabes lo inestable
hablando en serio. Conozco el rostro que pones que me pongo cuando tomo.
cuando vas sin juegos, pero no creo poder
ayudarte demasiado. Cuando los vi por última vez —Sí, pero estoy seguro de que no eres capaz de
estaban muy bien. matar a alguien. Además siempre estuviste
enamorado de Aleida. Fue tu obsesión en la
—Cuéntame lo que sabes. preparatoria.
Miró hacia el techo e inició un largo La respuesta de Sepúlveda retumbó en mi
monólogo. interior. ¿En verdad era capaz de matar a alguien?
¿Tenía la certeza de que en mis entrañas no se
—Pues nada, fuimos al bar, al Tempestad.
encontraba un asesino? ¿Me conocía lo suficiente?
Teníamos rato sin ir. Tú eras dueño de la escena.
Eres muy divertido cuando bebes. No parabas de Mi celular timbró. Tomé el teléfono al tercer
bromear. Pero con bromas agudas, muy tono. En la pantalla aparecía con letras grandes:
inteligentes. De ésas que haces. Luego te paraste y Claudia Salas. No recordaba a nadie con ese
te perdí la vista un rato. Cuando regresaste Aleida nombre, así que dudé en contestar. Respondí a
venia contigo, dijiste que la habías topado de ida al causa del descredito de mi memoria por aquellas
baño. Como suele pasar cuando bebes demasiado, horas.
andabas de presuntuoso. Le comentaste lo de tu
premio nacional de periodismo político. Luego
bailaron, rieron mucho.
—Hola, Manuel. ¿Está contigo Aleida?