Al recordar todas estas cosas , no pude evitar sentirme inmerecedora de tal gracia . Casi lloraba de agradcecimiento . Y me embargaba un sentido de no saber cómo podría repagar tanto . Realmente no me sentía hábil para llevar a cabo la labor que Dios me había encomendado para esa temporada : viajar a las naciones y llevar a Su pueblo ante Su presencia en adoración , y alcanzar a los que estaban perdidos , brindándoles esperanza en Cristo a través de Su palabra . La encomienda se veía tan grande y desafiante para mí .
Especialmente la parte de alcanzar a otros que no conocían a Jesús — aún a pesar de que ya en ese entonces me encontraba entrando en un tiempo de viajes itinerantes con mi ministerio y carrera musical .
Mis talentos y amor por la música hacían que sintiera que cantar para Dios siempre fuera fácil para mí . Sin embargo , cargar el peso de guiar a otros no siempre lo ha sido . Desde muy joven luché con mi llamado a ser líder y evangelizar . Sabía que predicar el evangelio y salvar almas es una encomienda para todos los hijos de Dios ( Marcos 16:15 ), incluyéndome .
Pero me asediaba el temor a ser rechazada , burlada o no tomada en cuenta . Sentía que obedecer esta parte de mi llamado era como derrumbar la muralla China con sólo mis dos manos .
El enemigo siempre nos hará sentir incapaces de hacer aquello para lo cual fuimos creados . Ciertamente en aquel momento lo estaba haciendo conmigo . Ante este torbellino de pensamientos inciertos y lucha interior , el Espíritu Santo me recordó la Escritura en Mateo 22:14 que dice : " Porque muchos son los llamados , y pocos los escogidos ." Yo sabía que Dios me había escogido para esto , mas no entendía el por qué de haberme escogido a mí .
Más allá de eso , mi mayor temor era que nuevos niveles de influencia afectaran la hermosa y cercana relación que había desarrollado con el Espíritu Santo . Pensaba que tal vez podría ser afectada por orgullo o la altivez , o por falta de fuerzas para enfrentar las luchas que vienen con tal influencia . También sentía que la responsabilidad de ser instrumento de Dios para bendecir a las naciones debía recaer sobre otra persona , tal vez más hábil o con mejor talento que yo . Entendía que había gente que cantaban mejor que yo , predicaban