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Son mecanismos biológicos primordiales. Ese ajusticiamiento se produce en
forma de dolor, sufrimiento y enfermedad.
Hay un margen de tolerancia.
Pero si se supera este margen se hace justicia inmediatamente.
Si uno bebe un vaso de leche de cabra o de elefante no ocurrirá nada drástico.
Pero si continúa haciéndolo durante años terminará enfermo por exceso de grasas
saturadas (aunque compre “descremada”) y por intolerancia del sistema
inmunológico a la proteína láctea (caseínas) o a otros componentes bioquímicos
de la leche vacuna como la lactosa.
Si uno fuma cigarrillos durante 10 o 15 años puede que lo tolere.
Pero como va contra el Orden Natural, en algún momento se sobrepasará el límite
tolerable y el ajusticiamiento se producirá en forma inapelable.
La enfermedad, el dolor, la tristeza, el sufrimiento. Es el resultado de elegir vivir
contra el Orden Natural de la Alimentación.
Pero si elegimos nutrirnos según el Orden Natural de la Alimentación animal y
vegetal, podremos recuperar la salud, la belleza, el esplendor biológico y la
majestuosidad de aquellos seres que viven nutriéndose según el Orden Natural de
la alimentación.
El ser humano debería nutrirse con una dieta basada en alimentos de tipo vegetal.
Es el Orden.
No es mi creencia ni la de algunos maestros de la medicina natural.
Las más grandes civilizaciones terrestres siempre mantuvieron fuertes tradiciones.
Entre sus prácticas tradicionales hay danzas, festividades religiosas y vestimenta
ritual o ceremonial.
Pero también está la cocina tradicional. Los platos tradicionales.