Virgilio Piñera al borde de la ficción (La Habana: Editorial UH / Letras Cubanas, 2015) | Page 30

PIÑERA EN CICLÓN 187
solo veían un capricho, estaba acumulado un tremendo impulso. Cabe destacar aquí la singularidad de ciertos designios: el Orígenes anémico, repetidor de sus glorias pasadas, ese Orígenes de palidez cadavérica, de voz balbuciente, de evidente rigor mortis, al consumir sus escasos glóbulos blancos con la explosión absolutista de Lezama, entregaba, sin sospecharlo, la antorcha al Orígenes de Rodríguez Feo. Pudo decirse en tal momento que ya Orígenes había vivido su vida.
Claro, que el Orígenes de Rodríguez Feo, si se lo encaraba desde el punto de vista formal, seguía siendo el Orígenes tradicional: el mismo formato, la misma portada, igual tipografía, idéntico papel y hasta si se quiere, la misma vibración. En todo eso seguía siendo Orígenes, pero algo, de mayor importancia, le hacía al mismo tiempo, ser otra cosa que Orígenes. Este Orígenes de Rodríguez Feo representaba una oposición; además, presentábase como un síntoma: por último, en su mismo material tradicional advertíase la aspiración a renovar el ambiente enrarecido de nuestras letras.
Aspiración, pero no cumplimiento. Esta reforma sustancial no podía llevarla a cabo el Orígenes de Rodríguez Feo, pues el hecho mismo de ser una continuación de Orígenes, parábale en seco para una empresa de ese calibre. Todo cuanto se hiciera bajo la rúbrica de una revista cuyo título de marca fuese Orígenes estaría fatalmente condenado a tener un pronunciado color Orígenes.
¿ Cómo salir del callejón sin salida? La solución fue dada por el mismísimo Orígenes tradicional. Parecerá increíble que una revista que buscaba empeñosamente silenciar a su antagonista, le proporcionara una salida victoriosa.
Ello fue posible en virtud de esa trampa cultural que nace de las revistas en decadencia y que ellas mismas se tienden para ocultar su propio vacío. Es axiomático, que cuando una revista literaria ha recorrido la trayectoria que se trazara, el resto del movimiento( si dicha revista insiste en continuar sobre el tapete) será pura inercia. Esa revista, estéril para nuevos nacimientos, ciega para tomar lo valioso y desdeñar lo superfluo, no tiene otra salida que la de su trampa cultural. Esta trampa, puesta en juego, comenzará a toda máquina su producción de rozamientos, desencuentro de opiniones, vanas polémicas, reproches mudos y reproches gritados, amenazas y toda la secuela que puede traer un estado de inercia cultural.
Fue así que Orígenes-Lezama cayó en su propia trampa. Amenazó a Orígenes-Rodríguez Feo con todo un proceso. Por usurpación de nombre se lanzaría requisitoria notarial contra el segundo Orígenes, con el consiguiente secuestro, por parte de las autoridades, del número de inminente aparición.