Virgilio Piñera al borde de la ficción (La Habana: Editorial UH / Letras Cubanas, 2015) | Página 16
Presentación
Padecemos el vértigo de lo fragmentario. Llegado el momento del
triunfo de Virgilio Piñera, de su obra, la voluntad de compilar y publicar en su totalidad sus escritos se siente como una necesidad que
excede el homenaje y el panegírico. El año 2012 celebró el centenario
de Piñera con la redición de casi todas sus obras -que se pretendieron
«completas»-, un intento que abarcó, además, la publicación de buena
parte de su correspondencia, los números monográficos concebidos
para la ocasión por varias revistas cubanas y la preparación de la
Órbita de Virgilio Piñera por Ediciones Unión.
Sumado a esta voluntad, el libro Virgilio Piñera al borde de la ficción. Compilación de textos presenta una edición depurada y completa
de aquellos textos publicados por Piñera a lo largo de su vida literaria
-con algunas incorporaciones postumas-, dispersos en periódicos
y revistas cubanas en su mayoría, desde finales de los años treinta1
1
Los primeros indicios del comienzo de la actividad literaria pública de Virgilio Piñera se remontan a mediados de esta década en Camagüey. En una nota
anónima aparecida en el periódico El Camagüeyano de octubre o noviembre
de 1937 se refiere la presentación por Piñera en el conservatorio Peyrellade de
esa ciudad de la conferencia «Vivencias poéticas» (cfr. Carlos Espinosa: Virgilio
Piñera en primera persona, Ediciones Unión, La Habana, 2003, p. 70). Manuel
Villabella, en «Días camagüeyanos de Virgilio Piñera» (Tablas, n.° 4, La Habana,
2012, pp. 32-[40]) cita un comentario de Piñera en donde este hace referencia
a su participación junto a su hermano, mientras estaban en el Instituto de
Segunda Enseñanza, en la edición de «una revistita» para esa institución y a
que ambos poseían «credenciales como periodistas» (p. 37). Asimismo, como
responsable de cultura de la Hermandad de Jóvenes Cubanos, Piñera coordinó
en diciembre de 1936 la presentación, en el Principal de Camagüey, del Teatro de
Arte La Cueva de Luis Alejandro Baralt y firmó las notas al programa del cual
Villabella recoge el siguiente fragmento: «Y esto es así... Nos hemos enfrentado
a los clásicos molinos de viento del Quijote, y derribados están en la llanura.
Con nuestra adarga de la voluntad recia y la lanza del tesón -que sabe de hierros
hostiles- triunfamos en la gesta hermosa de un carísimo anhelo [...] El noble
gozo de la emoción sincera recorre nuestras fuentes internas del júbilo, en una