Una buena comunicación en la familia
Presta atención a las solicitudes de tus hijos. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: dame 10 minutos y enseguida estoy contigo. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.
4. Responde de maneras distintas. Evita el empleo del mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, que le hacemos sentir culpable, que le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.
5. Deja las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy los padres no hemos sido un modelo como comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en un bien para nuestra familia, suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.
6. Cambia o mejora hacia una comunicación más abierta. Es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, para valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).