Vida Médica Volumen 77 N°1 2025 1 | Page 29

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La figura del Médico General de Zona nació en tiempos de cambio social. El 22 de julio de 1955, durante el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, se creó por decreto del Servicio Nacional de Salud el“ Reglamento para la provisión y desempeño de cargos de Médicos Generales de Zona”. La medida respondía a la necesidad de descentralizar la atención médica, llevando profesionales jóvenes a las zonas rurales y postergadas del país. A cambio de su servicio, estos médicos podrían desarrollar experiencia clínica en terreno, para optar luego a becas de especialización financiadas por el Estado.“ Hemos impactado la vida de millones de chilenos a lo largo de nuestra historia y hoy día no solo miramos al pasado con orgullo de lo logrado, sino que también mirando el aprendizaje de estos 70 años y mirando hacia el futuro y pensando dónde estamos hoy y hacia dónde debemos ir”, señala el actual presidente de la Agrupación de Médicos Generales de Zona, el Dr. Ricardo Peña. En sus primeras décadas, el Generalato de Zona se consolidó como columna vertebral de la salud rural chilena. Cientos de localidades tuvieron por primera vez un médico o médica permanente gracias a este programa. Muchas unidades de atención primaria y pequeños hospitales regionales fueron literalmente levantados o impulsados por la mano de estos jóvenes profesionales. Con el tiempo, el modelo fue formalizado en la Ley Médica 19.664 y complementarias, y rebautizado oficialmente: hoy se les denomina Médicos en Etapa de Destinación y Formación( EDF), aunque el apodo histórico de“ MGZ” lo mantienen.“ En ese sentido, creo que es muy relevante destacar que los médicos tienen un alto nivel de vocación. Muchos eligen quedarse en el sistema público por el amor que tienen hacia los pacientes y hacia el prójimo, pero muchas veces se encuentran con dificultades para poder ejecutar su labor desde lo operativo”, reflexiona el presidente de la Agrupación. Durante esa destinación, debe resolver todo tipo de atenciones: consultas de medicina general, urgencias, partos, visitas a terreno y labores de salud comunitaria. Al completar su servicio, puede postular a la beca de especialidad en un nuevo concurso nacional, donde factores como los años de servicio, la lejanía de su destino y su trabajo con la comunidad le otorgan puntaje adicional.“ El generalato ha sido mi experiencia laboral más recordada y posiblemente más valorada durante toda mi trayectoria profesional. No había mucho apoyo de herramientas, que hoy día están disponibles para los colegas. Teníamos que hacer de todo, desde atender, hacer visitas domiciliarias, operar, atender urgencias, hacer labores administrativas y en hospitales que tenían mucha menor cantidad de funcionarios que hoy. En mi primera destinación, en el Hospital de Toltén, el total de funcionarios éramos 44. Había un teléfono para todo el pueblo”, recuerda el actual secretario nacional del COLMED, Dr. Mauricio Osorio. Esa mística MGZ se transmite casi como un legado entre generaciones. No es casual que el lema que repiten todos quienes han sido parte de este proceso de formación sea:“ Una vez MGZ, siempre MGZ”. Incluso tras completar sus destinaciones y convertirse en especialistas, muchos profesionales siguen considerándose“ MGZ de corazón” y mantienen vínculos con las comunidades donde trabajaron.“ Desde que estudié en la universidad, me propuse ser general de zona. Uno desde sus primeros años como médico puede empezar a ejercer la medicina, siendo un aporte en ambientes de mucha necesidad, donde uno debe reforzar sus conocimientos en la práctica. Te toca asumir responsabilidades tempranamente, y eso de alguna manera va forjando el devenir que tiene el ejercicio de nuestra profesión en los años posteriores”, cuenta el actual tesorero nacional, Dr. Carlos Becerra, quien hizo su generalato en el Hospital de Graneros, entre 2002 y 2008. La conexión afectiva con la comunidad es, de hecho, uno de los sellos del programa. Desde un inicio se fomentó que el médico de zona viviera en el lugar, conociera a las familias, entendiera la cultura local y se integrara al tejido social. Este enfoque de salud comunitaria fue pionero en los años 50 y hoy sigue vigente, anticipándose en muchos sentidos al modelo de medicina familiar moderno.

DESDE VISVIRI A PUERTO WILLIAMS“ Soy la primera médica en mi familia. Mi objetivo siempre fue ser Médica General de Zona. Tenía esa idealización de que uno aprendía a ser médico, que iba a estar con la comunidad y podía ser un aporte mayor. Según lo que yo siento lo he estado logrando. Mi idea siempre fue ser médico en un lugar chiquitito, donde todos te conocieran, donde pudieras estar más cerca con la comunidad”, relata la Dra. Camila Sepúlveda, quien trabaja en el CESFAM Carlos Ibáñez de Punta Arenas.“ He ido en dos oportunidades a Puerto Williams. La primera vez fui por 10 días y parece que no sufrí lo suficiente, porque después fui por un mes( ríe). La primera vez, la avioneta no pudo aterrizar y nos tuvimos que devolver porque había muy poca visibilidad. Puerto Williams es hermoso, es muy lindo, pero súper intenso. Generalmente, cuando nos toca ir a apoyar es porque casi no hay médicos en la ciudad. Entonces uno está días sin dormir, tienen un hospital que es bien lindo, pero hay pocas prestaciones que se pueden dar”, reflexiona. Un testimonio similar, aunque en el otro extremo del país, es el